Saná.- La guerra civil entre las fuerzas leales al presidente Abdo Rabo Mansur Hadi y los rebeldes hutíes en el Yemen continuado por segundo año consecutivo desangrando al país árabe más pobre y ha abocado a sus ciudadanos al hambre y la pobreza.
Un año y nueve meses después de la intervención de la coalición árabe encabezada por Arabia Saudí en apoyo de Hadi, lo que se tradujo en un recrudecimiento del conflicto, la paz sigue sin vislumbrarse a pesar de los esfuerzos internacionales y las continuas llamadas para detener los combates.
El pasado 12 de diciembre, Unicef volvía a pedir el fin de las hostilidades tras advertir que cerca de 2,2 millones niños sufren desnutrición severa y necesitan atención urgente.
De ellos, al menos 462.000 sufren desnutrición aguda grave.
Según la agencia de la ONU, menos de un tercio de la población tiene acceso a atención médica y menos de la mitad de los centros de salud están operativos, lo que se suma a las dificultades de las agencias humanitarias para ofrecer suministros “debido al punto muerto en el que están las partes en conflicto”.
La última iniciativa de paz malograda fue propuesta por el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, y el enviado especial de la ONU para el Yemen, Ismail Uld al Sheij Ahmed, el pasado octubre, después del fracaso de las conversaciones realizadas en Kuwait entre primavera y verano.
Sin embargo, los rebeldes no han dado su brazo a torcer y todavía controlan las regiones del norte y el oeste del país, incluida la capital, Saná, a pesar de los continuos bombardeos y el acoso terrestre al que son sometidos. (EFE)
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