El Gabinete Binacional entre Bolivia y el Perú llevado a cabo en Sucre, capital de la República, en reunión realizada el viernes 4 de noviembre, con la presencia del Presidente peruano, acordó apoyar decididamente la construcción del ferrocarril bioceánico que uniría Atlántico y Pacífico, un proyecto que tentativamente se había pensado hacerlo pasando por la selva brasileña prescindiendo del territorio boliviano; la reunión culminó con el acuerdo de que dicha obra ferroviaria pasaría indefectiblemente por territorio boliviano.
Tanto el Presidente del Perú como su gabinete han dado mucha importancia a la construcción del ferrocarril que servirá como medio de integración efectiva no solamente entre Perú, Brasil y Bolivia sino que resultará medio para que los demás países aprovechen esa situación integradora con fines que permitirán la unidad férrea de todos los países y, sobre todo, dar lugar a que se respete importantes regiones de la selva amazónica que, como bien natural, deben ser preservados.
El Presidente peruano en su visita a China expresó que “Bolivia es el país más apropiado para el paso del tren bioceánico” y que en ello deben estar comprometidos tanto Perú como Brasil para que Bolivia sea parte integrante y principal de esa vía. Muchas veces se ha sostenido que la conexión ferroviaria del continente es necesaria y el tren bioceánico contribuiría a que hacia esa vía converjan ramales ferrocarrileros de otros países y con ello conseguir una integración más efectiva que permitirá un progreso amplio de la economía continental.
El tren bioceánico desde territorio boliviano partiría de Puerto Suárez en Santa Cruz y concluiría en territorio peruano. Se considera que ese ferrocarril servirá para que nuestro país logre una integración ferroviaria uniendo territorios como Cochabamba–Santa Cruz; La Paz– Cochabamba; La Paz–Beni y de cada uno de los ramales construir vías de mayor unidad integradora en lo interno del país; que serán proyectos a largo plazo, es innegable; pero en todo caso necesarios para el logro de un desarrollo armónico y sostenido.
El tren bioceánico tendría que tener prioritaria atención por parte del gobierno y no sólo confiarse en que Perú y Brasil hagan su parte. La integración latinoamericana es de vital urgencia y, en lugar de realizar inversiones en proyectos fantasiosos, conviene encarar decisiva y decididamente el abandono de planes para hidroeléctricas del Chepete y del Bala. Por otra parte, es preciso continuar la construcción del camino a Ilo y encarar la reconstrucción del ferrocarril La Paz–Guaqui que en las actuales circunstancias cubriría muy bien nuestras relaciones comerciales con el Perú. En fin, hay mucho por hacer como formas complementarias al tren bioceánico.
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