[Luis Antezana]

Dependencia de China o de la sartén a las brasas


La manifiesta nueva dependencia en que está derivando el país es cada vez más notoria y adquiere características notables que permiten conocer no solo el viraje histórico en que se encuentra el país, sino las perspectivas probables a corto plazo. En efecto, Bolivia está pasando de la dependencia económica y política del mundo europeo, en particular del norteamericano, y está quedando bajo la dependencia imperialista de China.

El territorio que al presente ocupa Bolivia siempre fue objeto de la ambición de diversos imperialismos con el objetivo de extraer sus riquezas naturales, pero, más notoriamente, para convertir a la población que ocupa ese espacio geográfico, como mercado de consumo de los países industrializados o en vías de serlo.

El primer caso notable fue el de invasión del imperio incaico que hizo del territorio aymara su colonia para extracción de riquezas agrícolas y minerales, así como seres humanos para formar ejércitos para los ejércitos destinados al trasplante de grandes poblaciones en el sistema de los mitimaes. Posteriormente, vino el imperialismo español, al que siguieron los de Chile e Inglaterra que dieron paso al de Estados Unidos. En todas esas oportunidades, los colonizadores tuvieron como objetivos, primero, convertir a Bolivia en mercado de consumo de sus productos artesanales e industriales sobrantes y, a la par, hacer posible la extracción de materias primas minerales.

Todos esos imperialismos devastaron y depredaron el país, algunos de ellos, como los incas, de manera despiadada e ilimitada. En la época republicana, uno de lo más nefastos fue el de Inglaterra, tanto en forma directa como en forma indirecta por medio de la oligarquía chilena. Se impuso durante unos 50 años hasta pasada la Primera Guerra Mundial, cuando empezó a perder su influencia junto con la europea, en particular la alemana. Recién entonces Bolivia empezó a caer bajo influencia de la economía norteamericana hasta fines del siglo pasado.

El gobierno de Evo Morales trató de romper esa dependencia en sentido político y económico, logrando resultados en particular en el aspecto político, aunque no en el económico. Sin embargo, esta dependencia económica fue siendo sustituida por las de otros países industrializados ansiosos de tener mercados de consumo para sus productos industriales de tal forma que sigan funcionando sus industrias y no sufran desempleo y crisis sociales. En particular, ese viraje se dirigió a favor de la República de China, a la cual el gobierno boliviano ha dado numerosas facilidades para permitir la intervención de su economía en la vida nacional.

En efecto, en primer lugar Bolivia se ha convertido en mercado de consumo de toda clase de productos chinos y todos los mercados están abarrotados de mercaderías de ese país, las mismas que han desplazado a la industria y la artesanía nativas, provocando desempleo, aniquilación de las fuerzas productivas, competencia desleal, la obligación de consumir productos de pésima calidad y, en general, control del comercio. Es más, mientras consumimos trapos y artículos desechables que se volatilizan, enviamos a China divisas oro que se reproducen en grandes riquezas. Esa situación origina un estado de dependencia colonial, aunque se crea lo contrario.

La presencia de las empresas chinas no es extraña. Están realizando obras estatales con más de dos mil millones de dólares, desplazando así a las empresas nacionales. Es más, en esas empresas se prefiere personal chino y no nativo y en ellas se aplica la legislación agraria china. Numerosas empresas mineras están depredando parajes mineros, saquean metales y minerales, etc. con el amparo de los organismos estatales.

Indudablemente, esa penetración económica origina dependencia política creciente, El prestigioso periodista Alberto Zuazo Nathes denunció que la deuda externa de Bolivia era de 2.206 millones de dólares en 1997, subió a 6.871 millones en 2016 y agrega: “Aparte de ese monto, el gobierno asumió compromisos con China para que le preste 7.000 millones de dólares. Si bien las erogaciones del mismo serán parciales, de todos modos se establecería que con ese monto la deuda externa ascenderá casi a los 14.000 millones de dólares”. (EL DIARIO, 14-12-16).

Esa política económica populista origina, sin lugar a duda, una situación de dependencia que supera a todas las anteriormente conocidas, pues implícitamente anexa condiciones políticas coloniales de magnitud nunca antes conocidas y que es como caer de la sartén a las brasas.

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