Profesionales especialistas sostienen que la deforestación “es una de las causas para que disminuyan las lluvias en el departamento de La Paz, porque los árboles cumplen una función muy importante en el ecosistema debido a que contribuyen y participan del ciclo hidrológico expulsando agua y oxígeno”. Si a la deforestación irracional y permanente se agrega los chaqueos, aumenta severamente el drama.
Muchas veces se ha sostenido la necesidad de crear sistemas de vigilancia y control para evitar la deforestación y mucho más para impedir los chaqueos; pero no hay autoridad que pueda poner remedio a estos males que año tras año causan el deterioro del medio ambiente y contribuyen a que cada vez con más fuerza se proyecten perspectivas de desertización de suelos no solamente en el departamento de La Paz sino en toda la República.
La variación del clima se produce en varios sitios, como es el caso de los Yungas y el norte paceño. Hay certeza de que “los árboles juegan un papel importante porque contribuyen al desarrollo del ecosistema debido a que generan biodiversidad porque absorben dióxido de carbono para su metabolismo y expulsan agua y oxígeno cumpliendo dos funciones: purificar el agua y eliminar el vapor, generando microclima”, son criterios de técnicos con la debida experiencia. Los cambios climáticos ya generaron en algunos municipios modificaciones alarmantes en el comportamiento del clima, “debido a las plantaciones de hoja de coca que ocasionó que el clima se vuelva seco, lo cual representa un gran riesgo a futuro”. El director de la entidad Canaru dijo: “Las consecuencias del calentamiento global fueron conocidas hace más de diez años, pero no se tomaron acciones al respecto; la falta de conciencia en la ciudadanía, la mala gestión de las autoridades originaron la crisis que se vive”.
El problema de la deforestación y los chaqueos adquieren cada vez más gravedad y si no se pone frenos, todo el territorio se verá en serio peligro de convertirse en buena parte en páramos desérticos en los que reinen la sequía y el calor excesivo que comploten contra la vida humana y animal.
La explotación de maderas por parte de empresarios madereros que sólo buscan utilidades mediante el talado de troncas y destrucción de bosques, se ha convertido en acción normal. Se ha sostenido muchas veces que “las autoridades tomarán los recaudos precisos para impedir la tala indiscriminada”; pero la realidad mostró siempre que son las mismas autoridades que otorgan licencias y permiten la destrucción de bosques y, lo más grave, no obligan a un replanteo de ricas especies de madera que, una vez cortadas y transportadas a los aserraderos, se los vende a intermediarios que se encargan de exportarlos.
Es el gobierno que, con la energía precisa, tiene que poner coto a la deforestación y al chaqueo, si continúa con las eternas políticas del “dejar hacer y dejar pasar”, el problema se agudizará y las consecuencias no solo las sufrirá la población sino que comprometen el futuro del país.
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