PRIMERA PARTE
Se dice mucho de los monumentos de próceres y personajes en nuestra ciudad, apreciaciones ciertas algunas, pero de lo que estamos convencidos es que los nombres de las plazas correspondientes -salvo algunas- no tienen relación con los monumentos que ostentan. Otros criterios afirman que tenemos más personajes extranjeros que propios sobre los pedestales y también lo desentrañaremos.
Veamos, es indiscutible la denominación de la plaza Murillo –plaza de Armas- conmemorando al protomártir de la Independencia de América Latina. De la misma manera a la Plaza Vicenta Juaristi Eguino le asiste la misma justeza y también a la plaza Abaroa, con el gesto hierático del héroe de Topáter o la de Obrajes (frente a la Iglesia) dedicada a Rafael Pabón, combatiente aéreo de la Guerra del Chaco. La de Germán Busch se alza en la avenida del patronímico del legendario militar. Alonso de Mendoza, tiene bien merecida la estatua y el nombre de la plaza por fundador de la urbe.
La inquietud de fondo que nos guía es la de proponer que los patriotas que nos precedieron reciban el homenaje debido de nuestra emblemática ciudad. Si se pone las cosas- hoy invertidas- en su justo lugar, se convendrá, conforme al criterio colectivo generalizado, que al Mcal. Andrés de Santa Cruz y Calahumana se le trata con la mayor indiferencia e injusticia. A finales de los años 80 se colocó una escultura en piedra del rostro del creador de la Confederación Perú-Boliviana, en un extremo de la entonces plaza San Francisco, ocasionando su profanación inclusive con detritus humano. Desde hace algún tiempo el mismo rostro sufre una especie de destierro en un parque de las afueras de La Paz -enjaulado por añadidura-, sitio impropio a su trascendencia histórica, medida que denota alta desaprensión.
El lugar de Andrés de Santa Cruz no es otro que el de la hoy llamada plaza de los Héroes (San Francisco), precisamente en la culminación de la escalinata de piedra que la remata. Sabemos que una gestión del traslado allí del indicado rostro, fue objeto de un informe subalterno negativo aduciendo que la estructura de la plaza no resistiría el peso. Considerando, más bien, el peso específico del personaje, no se le puede presentar amputado de cuerpo, debiéndosele honrar mediante una escultura sólida de metal. La más apropiada debe replicarle sentado y meditativo, conforme a una famosa pintura de esas mismas características. En cambio, no sería adecuada una ecuestre por cuanto se trata de un sobresaliente estadista más que propiamente militar. El subterfugio de la resistencia al peso, de ser tal este, cede la palabra a los ingenieros y a su especialidad que hoy no reconoce imposibles. Por otra parte, se dice que se gestiona un monumento suyo en la nueva plaza o atrio de la UMSA que, empero, no reúne las condiciones citadinas jerárquicas de lugar, no en vano se habla del “casco histórico”.
A propósito, otro emplazamiento digno es la plazuela el Obelisco, donde al presente se exhibe una alegoría derrotista, dizque del Soldado Desconocido. Para esta, de seguro, hay muchas ubicaciones si se las busca. En cambio, luciría mejor una imagen de Andrés de Santa Cruz. Concuasamos con las propuestas de otros críticos pioneros en la materia.
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