En tiempos de Jesús, el poder político doblegaba; la prepotencia humillaba; la corrupción corroía la dignidad humana; la enfermedad marginaba y la pobreza generaba hambre. Ese mundo de desigualdad y discriminación, de incomprensión e intolerancia, de inmoralidad y descaro, golpeaba a los coetáneos de esos días, produciendo dolor, llanto y muerte.
Entonces el Maestro ofrecía, en el Sermón de la Montaña (Mateo, 5 y Lucas, 6), una perspectiva a los pobres y a quienes buscaban alivio para sus aflicciones. Y muchedumbres lo seguían para escuchar su palabra, asimilar sus enseñanzas o simplemente para tocar su manto.
Desde el pico de una montaña lanzó sus bienaventuranzas inéditas en la historia de la humanidad. En consecuencia sus señales reavivaron esperanzas y devolvieron energías a los caídos. Revigorizaron los objetivos tendentes a construir un mundo mejor. Y es que el Maestro aseguró que sería destruida la injusticia y además advirtió que la riqueza traía consigo la muerte. Con estos indicios buscó también personas que estén en comunión con Dios.
Además el contenido del Sermón de la Montaña es válido para cualquier tiempo y lugar del orbe. Tienen un sentido universal.
Mahatma Gandhi, una de las figuras más importantes de la historia universal, se habría fascinado con la lectura de este capítulo de la Biblia, entre otros libros, según relata Luis Ochoa (“Semana de Última Hora”, 3 de abril de 1981, página 10). “Mi mente joven tendía a unificar las enseñanzas de la Gita, la Luz de Asia y el Sermón de la Montaña”, diría Gandhi, según la versión de Ochoa.
Posiblemente el Sermón de la Montaña fue la fuente de inspiración para que el líder hindú haya asumido el pacifismo como método de lucha. “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios”, señala el verso 9 de aquel pasaje bíblico.
Gandhi, el pacifista más connotado del Siglo XX, lideró el movimiento independista de su país, contra el sometimiento de fuerzas externas. Fue un nacionalista a carta cabal.
En suma: Gandhi refleja, de una u otra manera, los enunciados del Nuevo Testamento, en el capítulo del Sermón de la Montaña.
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