Como consecuencia de la carencia de agua en la ciudad de La Paz, se han despertado inquietudes en la Alcaldía Municipal con miras a que, una vez solucionado -así sea parcialmente el caso del agua- habría que proceder a cambiar cañerías y tuberías de agua “siquiera en un 80% que estaría dañado”; por supuesto, el cambio debería ser en todo el sistema de agua y alcantarillado. Se informa que tan sólo el cambio de cañerías implicaría un costo aproximado de 300 millones de dólares.
Todo muestra que los cálculos se los ha hecho muy “a priori” y tan solo para mostrar lo trágico que es el problema del agua, de las cañerías y de los alcantarillados. Efectivamente, nadie se preocupó en el pasado por cambiar toda la infraestructura de servicio en La Paz -y menos en el resto del país que tarde o temprano, tendrá que encarar el problema- que, con seguridad, está totalmente deteriorado, sin contar filtraciones, roturas internas, etc. Hablar de un costo aproximado de 300 millones parece poco racional porque el problema, si se toma en cuenta el alcantarillado en toda la ciudad, será infinitamente mayor.
Hablar de cambios en la red de agua y alcantarilla en una ciudad, y más concretamente en La Paz, induce a pensar que, con miras a bajar costos, utilizar menor tiempo, etc., hay que realizar un trabajo integral; es decir, pensar en tuberías de agua, alcantarillado, red de teléfonos, cableado de energía eléctrica y otros que requieren estar bajo suelo y con muchas previsiones para evitar que en corto tiempo sean destruidos y sean inservibles. Esto requerirá, seguramente, una inversión superior a los 800 millones de dólares (cálculos a “grosso modo”); pero, si las compañías y entidades interesadas en mejorar los servicios hacen los cambios que se requiere, esos costos pueden ser compartidos entre todos.
Una excavación de calles, avenidas, plazas, etc. de la ciudad sede del gobierno requerirá de tiempo y mucha inversión; pero, es preciso, además, que toda la planificación, dirección y realización de los trabajos sean hechos por personal profesional, experimentado y que esté bien pagado. Para este tipo de obras que serían trascendentales se requiere experiencia, conciencia, profesionalidad, técnicas especiales y, sobre todo, honestidad y responsabilidad.
El proyecto, aún lejano de concretarse, debería ser encarado en el menor tiempo; por otra parte, no corresponden padrinazgos ni conveniencias partidarias para distribuir, gratuita y graciosamente, cargos en “gentes del partido” (esto, por principio y ninguna capacidad para los trabajos, estaría desplazado totalmente). Será preciso que, de inmediato, la Alcaldía recabe información pormenorizada en países que han realizado este tipo de obras y, sobre la base de todo ello, planificar lo que se debe hacer. De momento, habría dinero que está destinado por el gobierno a construcciones innecesarias y faraónicas, dineros destinados a una planta nuclear, compra de aviones y gastos de la burocracia que no tienen razón de ser.
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