En los últimos días de diciembre, el ministro de Economía y Finanzas, Luis Arce Catacora, ha señalado que s e prevé un crecimiento del producto interno bruto (PIB) del orden del 4,2% junto a una tasa de desempleo del orden del 4,1% para 2016, año que acaba de concluir.
Para hacer este anuncio el Ministro se refiere a que su pronóstico es consecuencia del resultado medido al mes de octubre por el Índice global de la actividad económica (IGAE) que el Instituto Nacional de Estadística elabora mensualmente, pero que, lamentablemente, lo hace conocer al público con mucho rezago. Cuando se ingresa a la página Web de esta institución, se tiene que el IGAE publicado está hasta el mes de mayo. Por tanto, no se sabe con certeza si el Ministerio de Economía y Finanzas está señalando el dato a octubre del año en cuestión, o utiliza este dato para hacer la proyección para fin de año.
Sería aconsejable que esta valiosa información que dispone el INE lo hiciera conocer rápidamente, como acontece con los datos de comercio exterior, que ya los tiene publicados hasta el mes de noviembre. Esto ayudaría a todos quienes hacen un seguimiento del comportamiento de la economía.
El IGAE, reiteramos, es un indicador mensual previo que busca anticipadamente determinar la tendencia del comportamiento del PIB, que se elabora trimestralmente.
En materia de empleo, también sería conveniente que el INE publicase estos datos explicando la metodología aplicada, la forma de cómo los obtiene, la peridiocidad con que los calcula, etcétera. Un desempleo del orden del 4,1%, en teoría económica se lo califica de pleno empleo. Se sostiene que una tasa menor al 5% de desempleo puede ser calificada como de pleno empleo, ya que siempre existe un desempleo, que se lo califica de natural. Sucede que hay gente joven que quiere incorporarse al mercado laboral y conseguir un trabajo toma su tiempo. También hay gente que deja un trabajo, para la cual encontrar otro no es inmediato.
La definición de empleo es muy amplia. Basta con trabajar unas cuantas horas a la semana para ser considerado como tal, y basta con declarar que no se considera desocupado. El que vende algo en las calles está ocupado (lo denominamos vendedor ambulante), está empleado. Y en Bolivia tiene mucha importancia el trabajador familiar no remunerado. Es decir, él no recibe un salario, pero la familia como tal tiene un ingreso, una remuneración económica, del cual se beneficia toda la familia. Además en estos casos no se diferencia qué parte del ingreso es salario o es ganancia por su capital. Por esta razón, en cuentas nacionales todo aquello que no es remuneración salarial con absoluta precisión -que se estima no alcanza al 30 por ciento del empleo total- se registra como “excedente de explotación”, lo cual no es correcto.
En cuanto al trabajo de la mujer en labores domésticas no se considera empleo, porque no está sujeta al intercambio que es la característica de todo mercado. El ama de casa no ofrece sus servicios y si lo hace fuera de su hogar pasa a ser parte de la Población económicamente activa (PEA), en calidad de empleada doméstica. Por esta razón el trabajo de ama de casa, como tal (no como empleada doméstica) tampoco es parte del PIB. El PIB considera todas las transacciones que implican un intercambio económico efectuado en los mercados. La excepción constituyen las labores que realiza la administración pública en beneficio de la sociedad, la cual se incorpora en el PIB, a precios de costo, aunque no sea el producto de un intercambio de mercado, pero a todo funcionario público se le paga una remuneración, por lo cual se supone que está ayudando a mejorar el funcionamiento de la economía. Hay también economistas que mantienen la posición de que en el PIB debería contemplarse el trabajo del hogar que hace la mujer, punto de vista que no lo comparto, porque el PIB trata de reflejar los “intercambios” que se realizan en los mercados, utilizando el dinero.
El caso de los jóvenes universitarios no se considera empleo porque todavía no producen nada para el mercado y por ello tampoco nadie las de da una remuneración. Por esta razón, madres de familia y jóvenes universitarios son parte de la población económicamente inactiva (PEI). Es una población que podría buscar trabajo, pero por decisión propia no lo hace. En precisión la PEI abarca a la gente que no busca trabajo por propia decisión y por eso se la califica de no activa, cuando por la edad que tiene podría ser parte de la PEA. La tendencia histórica es a un aumento persistente de ésta.
Un tema que también se lo debería aclarar es que en la determinación del nivel de empleo se está incorporando todo lo que se denomina trabajo informal, vale decir, espacio donde no aplican la Ley General del Trabajo y todas las disposiciones legales al respecto.
En la medida en que el PIB se expande también lo hace el empleo, por lo que estas dos variables económicas están relacionadas directamente.
El autor es Profesor emérito de la UMSA y expresidente del Banco Central de Bolivia.
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