Clepsidra
Para ser profeta en Bolivia no es necesario saber presentir el futuro, basta con mirar el pasado. ¡La historia se repite inexorablemente!
Nunca mejor aplicado este aforismo ahora que S.E. ha ratificado, en uno de sus últimos discursos en el municipio de Quiabaya, su intención de quedarse en el poder por los próximos 500 años, así dijo: “Algunos dicen Evo hasta la muerte. No soy Papa, por si acaso, pero los movimientos sociales nos hemos organizado, hemos llegado al gobierno. Yo digo ojalá podamos estar por quinientos años…”.
Semejante pretensión, no pasa de ser una quimera, no sólo porque ésta excede los límites de su naturaleza humana, sino porque con este manoseado anuncio de una probable reelección tres años antes de cumplir su actual mandato, aun a costa de violar la Constitución Política del Estado, encubre la intención de distraernos de los acuciantes problemas económicos, políticos y sociales que están horadando su gobierno y le restan la suficiente autonomía de vuelo para aterrizar en buen puerto.
La arenga presidencial nos recuerda el discurso de Hitler ante los parlamentarios del Reichstag, en respuesta a un mensaje-telegrama que el presidente de los EEUU Franklin D. Roosevelt le había enviado en abril de 1939, en cuyo mal redactado texto le solicitaba las suficientes garantías de no invadir otras naciones y, de paso, ofrecía su mediación para solucionar cualquier diferencia por la vía diplomática.
En su discurso de dos horas y media Hitler expuso su respuesta de manera pública, enfatizando: “Declaro que las alegaciones de ataques de Alemania contra territorios americanos no son más que groseras mentiras, que sólo pueden salir de la imaginación de un loco” y, a renglón seguido, refiriéndose al Imperio Alemán desde el primer Reich, hizo mención al “Reich de mil años”, razón suficiente para atribuirle esta frase como un presagio de que su gobierno duraría mil años. A los cuatro meses Alemania invadió Polonia, iniciando la Segunda Guerra Mundial que duró, como el gobierno nazi, sólo seis años.
Empero, sin necesidad de remontarnos a países lejanos en la historia en 1980, desde los balcones del Palacio quemado, alentado por los movimientos sociales que le pedían a gritos la medida de sus pantalones, el Gral. García Meza apostilló: “Me quedaré en el poder veinte años hasta que Bolivia sea reconstruida. Mi gobierno no tiene límites fijados y en esto soy como el general Pinochet”.
Como señala el aforismo que inicia el presente artículo y esa cierta similitud que hallamos, con la célebre frase de Marx al inicio de su libro “El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte”: “La historia se repite dos veces. La primera como tragedia, la segunda como farsa”. Pareciera que aquello de darse plazos prolongados de gobierno es de mal agüero, tanto más, cuando los bolivianos estamos en condiciones de avizorar la suerte que nos depara el destino a muy breve plazo, sólo con la facultad que esta misma predestinación nos confiere, de poder mirar e interpretar el pasado.
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