La gente respondió más de lo que se esperaba, en una jornada que tuvo de todo pero que igual terminó en fiesta, porque esta ciudad se abrió a la prueba.
No llegaron en competencia, pero igual se ganaron el cariño de La Paz. Desde temprano, la gente se apostó en las áreas por donde iba a pasar el Dakar, por el centro, por la autopista, por el estadio, por la zona sur. La idea era apostarse para ver de cerca a los vehículos y a las principales figuras del raid más duro del mundo.
Entonces no importó nada, ni las inclemencias del tiempo, primero fue un día soleado, luego se nubló y finalmente llovió.
Lo que no cambió fue que la fiesta del Dakar ya estaba instalada en la ciudad de La Paz, sea lo que fuere. No importó que algunos se habían instalado en el altiplano paceño para esperar el paso del Dakar, y cuando se suspendió la etapa, más de uno echó el grito al cielo, uno de ellos el hijo de Alí Eid Alí, Ernesto, quien dijo que se debería hacer un reclamo serio a los organizadores, porque mucha gente como él se instaló en la ruta para ver de cerca el espectáculo de los habitáculos.
En todo caso, ni eso importó a la gente, ya estaba instalada la fiesta del Dakar en La Paz, porque todo el mundo estuvo al tanto de esta fiesta deportiva, que llegó a su tope cuando cerca a las 15.00 y hasta las 18.00, los pilotos nacionales Daniel y Walter Nosiglia, hijos del Lobo del desierto, Juan Carlos Salvatierra, Fabricio Fuentes, Dany Nogales,
Jhony Mollinedo
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