Programa de destrucción de la unidad comunal

Desde la Vicepresidencia del Estado Plurinacional, los medios de comunicación constantemente sorprenden a la población con noticias sobre entrega de viviendas que construye el Gobierno, a lo que llaman Programa de la Agencia Estatal de Vivienda Social. Lo que ellos denominan como beneficiarios serían los más necesitados, madres y padres solteros, adultos mayores y personas con discapacidad.

La cultura andina desde los tiempos ancestrales siempre ha sido comunitaria, cualquier programa era y es bien venido cuando se trata para todos o para nadie. Si la comunidad cuenta con una población de 200 familias y las beneficiarias solamente son 10, las 190 estarán de envidia, en silencio e inmediatamente despertará el odio al programa. En cambio las 10 familias felices serán masistas a morir. Para el gobierno todo es engañar al pueblo con la cosecha de frutos de la parcela ajena, en su acostumbrada campaña política; además, todos los días viajan simplemente con el propósito de acumular viáticos y disfrutar del banquete campesino, recibir regalos y finalmente carnavalear, como ya se hizo costumbre.

Distinguido lector, esperamos su respuesta. ¿Este programa improvisado es una maravilla y ayuda verdaderamente a los pobres? Para los que tenemos vivencia en aérea rural es un programa de destrucción de la unidad comunal, de domesticación, porque contiene sus propias consecuencias negativas; se fomenta mendicidad y envidia, flojera, dependencia, se destruye la unidad comunal y la autoestima de la familia. Mucho mejor hubiera sido un proyecto productivo para que el sujeto con su trabajo pueda salir de su pobreza y con sus excedentes construir su propia vivienda, con esfuerzo propio, al gusto y agrado de su familia.

Que el Estado construya viviendas en área rural es gran error. Los comuneros siempre disponen de tiempo y son buenos albañiles. En esta vida los seres vivientes del mundo construyen sus viviendas; a manera de ejemplo mencionemos a continuación la vida de los pajaritos:

“El hornero (Turnatius rufus) cuando encuentra un sitio para formar su nido empieza a aletear y llamar a su compañera, trabajando ambos alternativamente: mientras el uno se ocupa de edificar con el pico, los pies y las alas, la otra va en busca del material necesario.

Una vez finalizada la obra, se instala la pareja en el hornito, que se destaca a la vista de los transeúntes, ya poéticamente entre la arboleda de nuestros campos o ya majestuosamente sobre los edificios de nuestras ciudades.

El hornero, como todos los seres de la naturaleza, tiene también sus enemigos: la víbora que se come sus huevos y aun sus polluelos; el taracchi (casinus bolivianus) y los negrillos (turdidos hibudos).

El “taracchi”, para apropiarse de la casa del hornero, lo acecha; y en cuanto ve que ha salido de su nido, se introduce en él, instalándose ahí como si fuera suyo.

Ha vuelto el hornero y encuentra su casa ocupada por su adversario. Ante la dificultad para desalojarlo, recurre a una estratagema: A la caída de la tarde, lo acecha a su vez; y en cuanto se instala la pareja advenediza a pasar la noche, le tapia la puerta del horno, ayudado por su compañera, quien, con indignación y rapidez ,acarrea el barro indispensable, aprovechando de la penumbra del crepúsculo. El “taracchi” perece dentro del horno, asfixiado.

El “negrillo” es otro de sus enemigos: arroja los huevos del nido del hornero, dejando en su lugar los suyos. Vuelve el hornero y los incuba, y, cuando han salido los polluelos, los alimenta y los cría, hasta que llegados a su mayoridad, se van con raudo vuelo, cantando a su ascensión la libertad”. (V. Cabrera Lozada. 1927:31-32)

En el mundo andino, para el ser humano la construcción de la casa o vivienda tiene sus propias normas, muy estrictas; se realiza con la intervención de las familias nucleares, extendida y espiritual; obedece a un lenguaje ritual, canciones y bailes sagrados con libaciones ordenadas y revelan a la casa como representación tridimensional del cosmos. A la casa se denomina “Chuqi tapa uywiri” (Nido de oro para la vida). La ubicación del sitio donde se ha de construir y el inicio de los cimientos obedecen a una visión cosmológica; la construcción de la pared y techado de la misma casa es una representación de cosmos y esto finaliza con una danza especial; primero, con fuertes garrotes a los dueños con encargos sobre la mala conducta de vida pasada, para que en la casa nueva todo sea diferente y buena; luego, acaba con una danza con teas de fuego a las tres de la mañana en acción de gracias a la madre tierra.

Las madres y padres solteros son mal vistos en la comunidad por los errores prematrimoniales y los niños quedan bajo la protección de sus abuelos. Ellos aún no tienen derecho a la casa propia hasta que corrijan sus errores con un buen comportamiento y sean perdonados por la misma comunidad.

Por lo visto, el Estado Plurinacional preocupado por su campaña política con esfuerzo ajeno, destruye la unidad comunal y mata las normas tradicionales. Para muchos estos programas del gobierno son calificados de actores y gestores del asesinato cultural. Además, cabe recordar que el hombre andino nunca ha sido mendigo, al contrario, es heredero de una cultura de abundancia y como tal tiene la obligación de enfrentar a sus dificultades, siempre con la participación de todos ante cualquier problema económico, social y cultural que se presente en su comunidad.

Las viviendas sociales que brillan hoy como acción de la política masista, cuando ellos dejen el poder posiblemente sean destruidas por otros políticos con diferentes acusaciones, o por lo menos sus propietarios serán despreciados o mal vistos.