Bolivia tiene pocos filósofos y de ellos son quienes menos escriben libros sobre las inquietudes que les genera una carrera de tanta significación en la historia de la humanidad.
Evidentemente, no es materia de fácil lectura y comprensión, pero no hay que cejar en el empeño de por lo menos conocer sus alcances y sobre esa base adquirir algún conocimiento de lo tanto que ofrece. Sin duda, en algo se ilustra la mente para forzarla a ser más curiosa, inquieta y empeñosa en no quedar a la zaga de los riquísimos conocimientos elementales que se puede adquirir leyendo libros sobre filosofía.
Guillermo Francovich ha sido uno de los más empeñosos en divulgar la filosofía de manera didáctica y esforzada, para que sus lectores sean impulsados a tomar interés en esta materia. Lo ha conseguido, muchos le han secundado y más todavía, han quedado impactados por las enseñanzas que adquirieron con las obras del ilustre y extinto maestro.
En la actualidad, tenemos a otro notable filósofo que también sigue ese camino, escribe libros, dicta cátedra universitaria y ofrece charlas a grupos interesados. Se trata de H.C.F. Mansilla, quien no deja de sorprender con solo usar las iniciales de sus nombres, pero al mismo tiempo es como un reto que ofrece para conocerlos y, de esa manera, leer también lo que escribe.
A pesar de que Mansilla es escéptico de que haya personas que lean sus libros, no deja de cumplir con la obligación que se ha impuesto. Por dos razones, porque transmite sus conocimientos de forma más accesible para la lectura del público en general. Y porque nadie, en sana razón, debe dejar de enriquecer sus conocimientos, más cuando ellos tienen directa relación con la vida individual y colectiva.
Ocurre que Mansilla ha escrito dos libros de trascendencia para la cultura general. El uno titula: “Las raíces conservadoras bajo las apariencias radicales en América Latina” (288 páginas) y el otro “Filosofía Occidental y Filosofía Andina” (354 páginas).
Podrá apreciarse que por las extensiones que tienen hubo, de parte del autor, de ser exhaustivo y no dejar sus ideas incompletas. De una rápida lectura a los mismos se llega a la convicción de que se trata de dos obras imperdibles de ser leídas. Enseñan y plantean retos y esto es precisamente lo que se espera de estudios de tal naturaleza.
A manera de internarse en el contenido de “Las raíces conservadoras bajo las apariencias radicales en América Latina”, alguna luz ofrece este párrafo:
“Los intelectuales progresistas en América Latina se inclinan ahora a descubrir aspectos revolucionarios y, por lo tanto, muy positivos en la historia precolombina, en las tradiciones populares, en la justicia comunitaria (es decir en el derecho consuetudinario) y en las doctrinas que impugnan el legado europeo-occidental. Esta inclinación es muy vigorosa en el núcleo de la región andina, en el área entre Ecuador y Bolivia”.
En cuanto a “Filosofía Occidental y Filosofía Andina”, Mansilla explica que “Es una recapitulación de siglos o milenios de pensamiento filosófico que se ha sedimentado en escritos de muy diversa calidad y extensión y en testimonios orales compilados posteriormente por eruditos que han intentado salvar esos ejemplos de sabiduría para la memoria cultural del planeta, si es que existe un ente metafísico que atesora los logros intelectuales de la humanidad”.
Como podrá apreciarse, aunque muy levemente, las dos obras constituyen verdaderos retos para el conocimiento. Más aún, para internarse en ese mundo de las ideas y de las concepciones que pueden ser luces que iluminan la mente, la cual siempre tiene que ser sometida a exigencias crecientes para demostrar cuánto puede esperarse de ella, cuando se la alimenta con más avances de los que ha logrado hasta el presente.
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