Nicholas Stern:
El economista, autor en 2006 de un informe de referencia sobre el coste del cambio climático, cree que la situación ha ido a peor, pero confía en que la tecnología ayude a evitar la catástrofe.
Nicholas Stern fue el autor principal de un informe sobre el impacto económico del cambio climático encargado por el Gobierno británico hace 10 años y que se ha convertido en un texto de referencia. Desde entonces, el hielo del Ártico ha continuado derritiéndose, las temperaturas globales no han parado de subir y los científicos han empezado a vincular las catástrofes meteorológicas con el calentamiento del planeta. Stern (Londres, 1946) considera que subestimó el coste derivado de la innación ante el cambio climático: lo cifró entonces en el 5% del PIB mundial y ahora, según sus estimaciones, debe de ser notablemente mayor.
El panorama es poco alentador, pero el economista ve algunas razones para el optimismo. Entre ellas, el progreso tecnológico y la rápida entrada en vigor, en noviembre, del acuerdo de París sobre el clima firmado hace un año que persigue que la temperatura media del planeta no suba más de dos grados a final de siglo respecto a los niveles preindustriales.
Esta entrevista se realiza en Londres, en el despacho de Stern en la London School of Economics, con la colaboración de la Fundación BBVA, que le otorgó el premio Fronteras del Conocimiento de Cambio Climático de 2010.
Pregunta. En 2006 advirtió que el coste de no hacer nada contra el cambio climático sería mayor que el coste de las medidas para combatirlo. ¿Cómo ve la situación ahora?
Respuesta. El coste es mayor de lo que calculamos. Por varias razones. En primer lugar, las emisiones globales a la atmósfera han pasado de 40.000 a 50.000 millones de toneladas de dióxido de carbono al año. En segundo lugar, los efectos del cambio climático se están materializando mucho más rápido. Ha habido un incremento fuerte en las temperaturas durante los últimos 10 o 15 años. El hielo del Ártico se derrite a mayor velocidad de lo estimado. Lo mismo sucede con los movimientos de los glaciares, los fenómenos meteorológicos de extrema intensidad… Hace 10 años subestimamos los peligros.
P.  ¿TODO VA MÁS RÁPIDO Y A PEOR?
R. Hay una contrapartida esperanzadora. La tecnología ha avanzado más rápido de lo esperado. ¿Quién habría dicho hace 10 años que los fabricantes de automóviles iban a hacer coches híbridos y eléctricos? El coste de los paneles fotovoltaicos se ha reducido a una décima parte durante estos 10 años. Ha habido avances enormes en los sistemas de almacenamiento de energía. Hay nuevos materiales más sostenibles y la inteligencia artificial y la biotecnología permiten ser más eficientes. Esta oleada de cambio tecnológico se acelerará aún más. A pesar de los altibajos, la voluntad política se ha movido de forma positiva. El Protocolo de Kioto no entró en vigor hasta 2005, casi ocho años después de firmarse. Sin embargo, el acuerdo de París se ratificó en noviembre pasado, solo un año después de su aprobación, por un centenar de países que producen más del 70% de las emisiones mundiales.
P.  ¿LA VICTORIA DE DONALD TRUMP PONE EN RIESGO EL ACUERDO DE PARÍS?
R. El acuerdo es firme. Los países son conscientes de que los riesgos de no hacer nada son elevados y empezamos a ver que también resulta muy atractivo el desarrollo de una economía sostenible baja en carbono. ¿Quién no quiere ciudades en las que te puedes mover y respirar aire limpio? Ese es el camino hacia el crecimiento económico, aparte de dejar en herencia a nuestros hijos y nietos un mundo en el que poder vivir. Sobre Trump, creo que vamos a tener que acostumbrarnos a encontrar baches en el camino. Pero aún no sabemos qué va a hacer. Parece que sus prioridades van a ser comercio, inmigración e infraestructuras. No ha fijado aún su política en relación con el cambio climático. (El País)
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