Este fue un recurso de los césares romanos para contentar y distraer al pueblo de los desmanes en que incurrían sus allegados y cortesanos. Entre nosotros el Dakar, las coplas carnavaleras y el mismo carnaval que vivimos a diario hacen las veces de circo, pero el desmedido gasto público puede ser pan para hoy y hambre para mañana. En el dispendio económico figuran cosas como este espectáculo que ya suma cuatro veces por el territorio nacional con la erogación estatal consiguiente, a despecho de tantas urgencias colectivas insatisfechas. Como ejemplo basta el fiasco aplicado a los discapacitados.
El pretexto es la llegada de turistas que compensaría con creces la inversión (el Dakar no es gratis). Esta aparente panacea no existe en la realidad y lo evidente es el daño ecológico a lo largo del recorrido, daño que a tiempo rechazaron los países vecinos, quizá menos urgidos de “pan y circo”.
No solo es lo anterior, sino el disloque urbano que padeció la población paceña, viendo sus actividades alteradas desde el viernes 5 al lunes 9 inclusive, junto a resellados, parches y pintado de calles a última hora. El circo volverá en su nueva versión a “La Paz, capital del Dakar”. Estos desfases se deben al ya sintomático deseo de las altas esferas del Órgano Ejecutivo de promocionarse en escenarios que se supone internacionales. He ahí una debilidad que tanto tiene que ver con los deleites imperiales y capitalistas, como repugnantes tuvieran que ser al “anticolonialismo” y “anticapitalismo”. Similar fue en su momento aquello de que el país sirva de pasarela al Miss Universo, bueno para que la cúpula del Gobierno se retrate en redes y primeras planas, no importaba a qué costo.
No es rara entonces la supresión de la etapa del rally al lago Titicaca para desviarla a La Paz. Aunque al pueblo sencillo e incauto se le privó del espectáculo de una carrera para ver solamente el cansino desfile por el palco oficial de motorizados desfigurados. En cambio quedó a la vista de propios y extraños la escasez del agua, los promontorios de basura y la pobreza en la que se debate la ciudad. Las imágenes difundidas no mostraron rostros oficiales felices cuando los visitantes les entregaron como regalo cuatro cisternas y una procesadora de potabilización de aguas servidas, todo para aliviar el padecimiento. Se trataba de una especie de limosna, sin armonía con el crecimiento material que la propaganda difunde.
Para colmo, la represión no se dejó esperar para cuatro señoritas que portaban pancartas contra el Dakar, conducidas detenidas a una repartición policial. El Ministro de Gobierno dice que las damas protagonizaban un “escándalo público”. Olvidó que la protesta es un derecho constitucional. He ahí en resumen otro episodio recurrente de pan y circo.
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