Poco falta para cumplir dos meses del grave problema de carencia de agua en La Paz, un caso que, de haber merecido una mínima atención por parte del gobierno que debió prever el grave caso y no lo hizo porque, como siempre, se atuvo al “dejar hacer y dejar pasar” como si las situaciones álgidas se solucionaran por milagro o por “la acción de las lluvias” como se esperaba para el agua.
El gobierno, al igual que la comunidad nacional, conoce que el caso no tendrá solución inmediata y que se requiere estudios muy responsables por parte de profesionales hidráulicos, geólogos, ingenieros civiles y de especialidades concretas -que los hay en el país- para establecer, por lo menos, las causas del desabastecimiento súbito: seguramente hay fisuras, rajaduras y huecos en los sitios de almacenaje (represas) que es preciso detectar; que hay filtraciones internas en el viejo y caduco sistema de distribución de agua potable en toda la ciudad, es innegable; pero, en todo caso, es preciso establecer realidades y no quedarse sentados esperando que “el tiempo lo resuelva todo”.
La Paz y El Alto no son las únicas ciudades que padecen el problema porque Cochabamba, Potosí (de gravedad), Oruro, Tarija y Sucre sufren por la carencia de agua y, no sería raro, que pronto recurran a racionamientos serios y todo por imprevisión, indiferencia y hasta nomeimportismo de las autoridades tanto nacionales como departamentales; esta es realidad que nadie puede negar y, si lo hacen, pecan de irresponsables e insensibles ante el drama que ya tiene serias consecuencias no solo en la falta de consumo de las ciudades sino en hospitales, clínicas, hotelería, cuidado y regado de jardines en plazas y domicilios, restaurantes y negocios de toda naturaleza, como es el caso de panaderías y otros.
Lo urgente es que el gobierno actúe ya, no espere y estudie conjuntamente alcaldías y gobernaciones, la urgencia de construir represas en todo el país haciendo las inversiones necesarias; si el país no puede preparar todos los estudios, recurrir a organismos internacionales y países con experiencia porque, de otro modo, los problemas pueden agudizarse de tal manera que hasta implique desacuerdos y enfrentamientos en la población que ya ha mostrado no solo preocupación sino hasta egoísmos por tratar de acaparar o consumir lo poco que se distribuye mediante cisternas.
En La Paz, Hampaturi se dice que es caso “solucionable”; pero ¿hasta qué punto si no se ha establecido las fallas que tiene? ¿Cuándo serán emprendidos los debidos trabajos para establecer realidades? ¿Se ha pensado en los cambios de distribución y cañerías en toda la ciudad? Habría dinero si es que el gobierno abandona proyectos y construcciones faraónicas que no hacen falta y que son, simplemente, muestras de ostentación por razones político-partidistas. Lo urgente y necesario es atender el problema del agua que aún se muestra abandonado o con simples paliativos circunstanciales. El agua es un bien indispensable para todos.
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