Muchas amenazas se ciernen sobre las reservas naturales, peligros que podrían ser funestos para la naturaleza, para el turismo, la agricultura y la conservación de suelos. Las reservas del Tunari y del Madidi son, al menos de momento, las que corren mayores peligros debido a la búsqueda de petróleo y gas, a las amenazas sobre la construcción de hidroeléctricas en El Bala y el Chepete.
Las comunidades indígenas de esas regiones que por generaciones las han ocupado y dedicado esfuerzos para lograr frutos con la agricultura, se sienten alarmadas por la incursión de colonizadores que buscan hidrocarburos, amenazan con la construcción de caminos por medio de las selvas y, por supuesto, la anulación de sitios turísticos que podrían ser grandes avances del país para los próximos años.
Las autoridades, empeñadas en conseguir gas para compensar la menor producción de campos tradicionales como San Alberto, Sábalo y Margarita, otorgan licencias a compañías que aseguran que encontrarán napas petrolíferas en los bosques y llanos del Madidi.
El turismo, en cualquier parte del mundo, es una actividad económica y cultural de inmensas proporciones y por ello hay países que en su economía dependen en buena parte del turismo que tiene diversas facetas de explotación económica a más de proporcionar empleos seguros a infinidad de personas. Para los países pobres y subdesarrollados como el nuestro y con territorios vírgenes para la explotación del turismo, Tunari y Madidi serían muy propicios y solo requieren garantías de que sus territorios no serán hollados por quienes, al buscar riquezas hidrocarburíferas, hidroeléctricas o de cualquier naturaleza, no vacilarán en destruir extensas áreas de bosques.
La industria sin chimeneas, como es llamado el turismo, tiene muchas posibilidades en el país, especialmente en el llamado “turismo de aventura” que atrae a personas europeas y de otros continentes atenidas a que buena parte de los territorios declarados como reservas son bosques y llanos frondosos que ofrecen oportunidades que en otras latitudes del orbe no consiguen.
La industria turística en el país es incipiente; quienes dedican esfuerzos para atraer turistas mediante “paquetes especiales”, realizan labores de promoción porque conocen las amplias posibilidades existentes en buena parte de nuestro territorio tanto en los campos de montaña como en valles y zonas selváticas, cuyas riquezas vegetales y animales son inmensas.
Muchas de las universidades del país han creado cátedras destinadas a formar expertos en turismo y, además, aprendizaje de idiomas, para atender los requerimientos de quienes desean hacer turismo. La actividad permite, además, diversificar la economía, cual es el caso del campo de comidas, artesanías, transporte, museos, deportes, etc. Por ejemplo, el lago Titicaca ofrece sinnúmero de paseos tanto a islas como en la navegación por el lago.
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