Los intereses contrarios al movimiento popular presionaron para que el mandatario brasileño Getulio Vargas asumiera la extrema y dramática decisión de quitarse la vida, hace aproximadamente 62 años.
“A mis acérrimos enemigos dejo el legado de mi muerte. Lamento no haber hecho todo cuanto deseaba por los humiles. Una vez más, las fuerzas y los intereses contrarios al pueblo se coordinan y se abaten sobre mí. No se afligen. Precisan silenciar mi voz e impedir mi acción para que no pueda defender al pueblo y principalmente a los humildes”, sostiene la parte introductoria de la carta póstuma firmada por el malogrado dignatario de Estado.
En este marco el conjunto nacional lloró amargamente la irreparable pérdida. Al mismo tiempo reiteró su eterno agradecimiento por las conquistas sociales logradas en su gestión. La verdad es que contribuyó, enormemente, a enriquecer la historia del movimiento obrero latinoamericano.
Con su trágica desaparición murieron muchas esperanzas del pueblo brasileño. Asimismo se truncaron sus aspiraciones de mejores días de cara al futuro. Pues Getulio Vargas fue un gobernante identificado y comprometido con la causa justa de los trabajadores. Ha gobernado al servicio incondicional de ellos. Ha asumido responsabilidades gubernamentales en sintonía con el sentimiento y pensamiento obrero. Y con este accionar ha recuperado el respeto a la dignidad de todos quienes subsistían con irrisorios ingresos mensuales.
Pero para algunos, obviamente opositores, Getulio Vargas ejerció un gobierno dictatorial, inspirado en los regímenes fascistas de Italia y Portugal. Quienes no estuvieron con él trataron, por todos los medios, de descalificarlo o de empañar su imagen ante la comunidad internacional.
“Os di mi vida y ahora ofrezco mi muerte. No odio, respondo con el perdón. Nada temo. Me libero ahora de la vida terrena. Doy el primer paso hacia la eternidad y salgo de la vida, para entrar en la historia”, finaliza la carta póstuma.
En consecuencia su nombre y su obra pervivirán en la memoria de los conglomerados humanos que fueron favorecidos con sus medidas gubernamentales. Es que las reivindicaciones sociales fueron atendidas, quizá no en la medida como hubieran querido los trabajadores. Pero, de una u otra manera, ese hecho significó un histórico y trascendental avance.
En suma: con el deceso del presidente Vargas declinó el sol de la justicia social en el Brasil.
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