Clepsidra
En momentos en que el Foro de Sao Paulo va alcanzando su ocaso y cual jinete del Apocalipsis deja su huella funesta por los países donde entronizó su reinado, junto con él se derrumban todos esos mitos creados por esta entelequia, llamada a subvenir los gastos del régimen comunista cubano, y los de los inventores de ese engendro. Para dicho propósito, nunca fue mejor aplicada esa maquiavélica frase: “el fin justifica los medios”.
Tras la muerte de Hugo Chávez en Venezuela; la caída de Dilma Rousseff en el Brasil; la derrota del kirchnerismo en la Argentina, la componenda de los Castro con “El Imperio” y la asunción de Donald Trump a la presidencia de los EEUU (una lógica reacción de los norteamericanos contra este populismo voraz que estuvo a punto de infectar a la propia Unión), desde México hasta la Argentina se percibe un clima de optimismo, especialmente cuando de sacudirse ese lastre se trata, de 15 años de demagogia marxistoide, amparada por el boom de nuestras materias primas, del narcotráfico, y de una corrupción desembozada.
Baste citar el destino de los dineros mal habidos, exhibidos impúdicamente por los vástagos de los corruptos pseudo socialistas y debidamente contabilizados por firmas serias de la economía, la prensa y la banca.
Es así que nos enteramos que el hijo de Fidel Castro, Antonio Castro Soto, en su calidad de embajador global de la Confederación Mundial de Béisbol y Sóftbol, pasa sus vacaciones en Turquía, hospedado en hoteles de mil euros la noche, mientras en Cuba el salario mensual promedio es de 19 euros. Es decir, un cubano necesitaría ahorrar sin gastar cerca de 4 años y medio para darse una noche de lujo sin comida en este sitio.
Algo similar nos cuenta el Diario de las Américas en agosto pasado, sobre la fortuna de María Graciela Chávez, hija del finado Hugo Chávez, que asciende a la friolera de los 3.800 millones de euros, repartidos en cuentas de Suiza y Andorra, constituyéndose así en la mujer más rica de Latinoamérica.
Por su parte, Florencia Kirchner, la hija de 26 años de Cristina Fernández y Néstor Kirchner, guardó algo más de 4,6 millones de dólares en dos cajas de seguridad del Banco Galicia en Buenos Aires, que fueron abiertas por orden del juez Julián Ercolini, con el objeto de establecer si dicha cantidad coincidía con la declarada por la expresidenta en la causa judicial que se le sigue, para rastrear el origen de su patrimonio y el de sus dos hijos.
Finalmente, a cambio de beneficios legales, el operador de la constructora brasileña OAS Leo Pinheiro, empresa que iba a construir la carretera por el TIPNIS, prometió a los investigadores del escándalo en Petrobras revelar lo que vio y escuchó durante los años que compartió en la intimidad con el ex presidente Lula da Silva, sobre cómo su hijo Lulinha se hizo multimillonario.
Esta es la triste historia de una campaña de rapiña socialista que duró por más de una década y que está a punto de desentrañarse, con sus semejanzas e incongruencias.
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