Estados Unidos de Norte América quedó bajo la conducción de un nuevo gobierno, el mismo que fue resultado de elecciones libres y en las que se impuso el candidato Donald Trump y sustituirá al del Barack Obama. En efecto, si bien se producirá un cambio de personalidades en el manejo del timón de la nave de Washington, también se producirá la sustitución en el poder del Partido Demócrata por el Partido Republicano, aunque si bien ambos buscan consolidar el régimen económico, tienen diferencias en la forma de hacerlo.
Este cambio de gobierno en la Nación del Norte no solo significará el cambio del equipo de conducción, sino también en lo que se refiere a políticas económicas y en forma más específica, la política del libre comercio será reemplazada por la del proteccionismo, como bien anunció el nuevo gobernante americano. En esa forma, la orientación de la economía interna de este país sufrirá lo que podría considerarse como un viraje de 180 grados.
Esa modificación en la concepción económica traerá, indudablemente, cambios sustanciales en la vida social, política, cultural, etc., de Estados Unidos, como ya se estaría produciendo, según declaraciones del candidato ganador de las elecciones de diciembre pasado, quien sostuvo, como punto central de su política, que “Estados Unidos debe ser grande otra vez” y pasar de una etapa de debilitación a otra de fortalecimiento, argumento que le dio la victoria en las urnas.
Pero, no solo podrá producirse un cambio de políticas en el interior de Estados Unidos, sino también podrán ocurrir alteraciones a nivel mundial, en particular en relación con Europa y las regiones del Oriente y Medio Oriente. Al respecto, el solo anuncio del viraje al proteccionismo hecho por Trump ha determinado una amenaza de crisis y hasta desintegración del Mercado Común Europeo y, por otro lado, una nueva situación con el bloque que encabeza China. Los alcances de esas posibles transformaciones podrán ser de grandes perspectivas y no menos de nivel planetario. En particular, se debe tomar en cuenta la aproximación de la nueva política económica de Trump hacia Rusia, Gran Bretaña y otros países.
Todas esas modificaciones en el panorama económico mundial tendrán efecto mediato e inmediato en la vida de los países emergentes como Bolivia, que tendrá que adaptarse a las nuevas circunstancias. Al parecer, la orientación de la política externa boliviana tenderá a inclinarse a favor de los países que impulsan el libre comercio, como China, que ha plantado profundas raíces en la vida boliviana y, de otra parte, sería afectada por el proteccionismo de Trump. Así mismo, esa estrategia podría radicalizarse en relación con Estados Unidos, con cuyo gobierno mantiene tensas relaciones desde hace casi diez años, sin que exista la perspectiva de una modificación en sentido de reanudar no solo relaciones diplomáticas, sino también comerciales.
Es posible pronosticar, en todo caso, que la nueva política económica que se perfila para la economía de Estados Unidos, que sigue siendo una potencia que lidera la línea económico-política mundial, tendrá efectos sustanciales para la humanidad y, en particular, para Bolivia, en la presente etapa de su existencia.
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