Es plausible establecer que el crecimiento de las exportaciones de manufacturas fue de 121 millones de dólares hasta noviembre último, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
En este caso, dos aspectos merecen ser puestos de relieve. De una parte, la relativa tranquilidad que existe en el país, lo cual se traduce en normalidad en la actividad productiva.
Este es un indicativo que deben tomar en cuenta todos los actores políticos y sociales del país. Cuando se preserva el orden y la paz, los resultados se ponen de manifiesto en el campo de la producción, así como de la productividad.
En cambio, la inestabilidad política y social determina el retraso de todas las actividades, lo cual redunda negativamente en los diversos órdenes del quehacer público y privado.
En general, en 2016 hubo mayor regularidad en el funcionamiento de la economía. En porcentaje llegó a ser del 4 por ciento y, de acuerdo con cifras de esta naturaleza que se registraron en el resto de la región, se establece que Bolivia estuvo a la cabeza del crecimiento, junto con Perú.
Con esta buena experiencia, es deseable que en 2017 continúen vigentes las pautas de orden, paz y trabajo.
En definitiva, la experiencia de 2016 es demostrativa de que los bolivianos finalmente están cada vez más conscientes de que sólo con estos índices y valores se puede progresar.
Naturalmente, falta aún mucho por crear mejores condiciones de vida en el país. El mayor lastre que tiene es la pobreza, lo que se refleja en la falta de trabajo y oportunidades de crecimiento individual y colectivo.
Empero, es bueno anotar que en esta materia la pobreza en Bolivia tiende a reducirse. Aunque los datos son de años anteriores, de acuerdo con datos de Cepal, el índice de pobreza bajó del 62,4% al 54% entre 2002 y 2009. De este año a 2016, la disminución de la pobreza siguió siendo efectiva. Por tanto, es posible que en 2017 se reproduzca o todavía se obtenga mejores resultados.
En enero se advierte una relativa tranquilidad social y como es el mes de partida del año, es probable que en el resto de la gestión tal posibilidad persista. Por lo menos, hay que ser optimistas en esta materia.
Precisamente, este resultado es factible que vuelva a repetirse en el sector manufacturero, que abarca a los sectores agrícola, minero, maderero, principalmente. Al maderero no le fue bien en la gestión pasada, pero existe la posibilidad de que este año superaría las dificultades que tuvo en 2016.
En este orden, es también necesario anotar que el sector de hidrocarburos -concretamente gas natural- desde el 2015 confronta cifras negativas, al punto que en la actualidad quedaron sin mercado 20 millones de metros cúbicos.
Por tanto, habría que consultar a Chile si no le interesaría importar gas de Bolivia, pues el año pasado recurrió a la oferta árabe, que está colocando su producción en barcos metaneros ambulantes.
Las autoridades de YPFB deberían interesarse en nuevos mercados, de cruzarse de brazos la situación del gas será más adversa aún en 2017.
Objetivamente, lo que se tiene a mano es exportar a Chile, para lo que el costo a ofertarse puede ser menor que otros, tomando en cuenta que entre ambos países existe un oleoducto.
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