Existe seria preocupación en el mundo por la degradación de suelos que sufre el planeta; según la FAO (Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura), el 33% de las tierras cultivables está gravemente dañado. La deforestación de bosques, así como el uso abusivo y sin control de pesticidas constituyen las prácticas nocivas que destruyen los suelos; es importante la investigación y el manejo sostenido de suelos según la organización mundial.
Por su parte, el Viceministro de Tierras de nuestro país expresó: “Bolivia tiene aproximadamente el 50% de sus tierras aptas para el cultivo; que, más o menos, alcanzan a 2 mil las tierras degradadas o en proceso de desertización”. Señaló que hace diez años el gobierno registró un 41% de las tierras degradadas o inservibles y que ahora ese porcentaje habría subido siquiera al 50%. Indicó que el gobierno “destina, anualmente, 1.790 hectáreas para cultivos destinados a garantizar la seguridad alimentaria”.
La deforestación de bosques, los chaqueos así como el uso abusivo de pesticidas destruyen los suelos. También se ha señalado que la urbanización descontrolada es otro medio de devastación de tierras que sirven para cultivos. Por supuesto, la quema y destrucción de pastizales y menosprecio de plantas pequeñas son factores que contribuyen a la desnaturalización de tierras que, bien cuidadas y debidamente atendidas, podrían servir para cultivos.
Las expresiones de la FAO y del Viceministro de tierras son claras porque muestran hasta qué punto, sea por causas motivadas por el progreso urbano que requiere de más suelos, como por el uso indiscriminado de químicos y los chaqueos y cultivo de cocales dan lugar a que tierras ricas para el cultivo estén en serio peligro de desertización. Mucho se habló en el pasado sobre la urgencia de preservar las tierras cultivables evitando los chaqueos y quema de bosques, utilización indebida e incontrolada de espacios para ampliación de centros urbanos y uso de abonos químicos desechando los abonos normales que conservan la riqueza y el “humus” de las tierras; pero ni los gobiernos ni organizaciones empresariales y campesinas han adoptado medidas con miras a evitar la mayor desnaturalización y desertización de tierras.
Tanto la FAO como la autoridad nacional de Tierras sostienen la urgencia de adoptar medidas para evitar un mal que puede ser muy peligroso para el país y para el mundo porque, a más de sufrir falta de agua, las tierras sufren la irresponsabilidad de personas inescrupulosas que destruyen bosques en busca de maderas, aniquilan importantes especies de animales y plantas.
El gobierno tendrá que adoptar medidas que preserven las tierras, especialmente en la región occidental del país que están amenazadas desde hace muchos años; por supuesto, las organizaciones empresariales y campesinas deben adoptar políticas para evitar la degradación.
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