Clovis Díaz de Oropeza F.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, según el diario Washington Post, durante su campaña electoral, entre otros 50 puntos prometió: “Hacer América grande otra vez”, “Traer de vuelta empleos desde China, México y Japón” y, “Reemplazar el “libre comercio, por el comercio justo”.
Tres puntos que a nuestro juicio, tienen directo parentesco con: a).- La Doctrina Monroe; b).- El New Deal y; c).- Un liberalismo revisionista.
MONROE Y ROOSEVELT
“Hacer América grande otra vez”, parece el eco de la histórica frase “América para los americanos” dicha por el presidente James Monroe en 1823, política conocida desde entonces como la Doctrina Monroe, consistente en un sostenido proteccionismo a favor de su industria y sobre todo, generadora de ultranacionalismo.
Respecto al objetivo de retornar miles de empleos para beneficiar a los trabajadores nacionales, obligando a las empresas estadounidenses a producir en su país abandonando sus fábricas en China, México, Japón y otras naciones que ocupan obreros no estadounidenses, nos remite a la Doctrina del New Deal (Nueva Política), ejecutada por el exitoso mandatario Franklin D. Roosevelt (1933-1938), que hizo de protector de los trabajadores y recuperó grandes espacios en la competencia industrial.
Estos dos gobiernos, sustancialmente, crearon las condiciones políticas y económicas para que Estados Unidos, en la Primera y Segunda Guerra mundiales, actuara como una potencia independiente de Europa y Asia, captando hasta hoy la supremacía entre los gobiernos de nuestro Planeta.
REVISIONISMO
El estudioso John Gray en su obra “Liberalismo” introdujo la categoría de “revisionismo liberal”, además de puntualizar sobre libertad individual, propiedad privada y economía de mercado.
Donald Trump, a nuestro juicio, sería un revisionista del sistema liberal puesto que, en primer lugar, amplía el poder del gobierno limitado, al introducir enmiendas que obligan a las multinacionales a producir y exportar en el territorio de USA y no fuera de Estados Unidos.
Cierto revisionismo que modificaría el papel de un gobierno limitado, hacia otro mayor, sin dejar de ser liberal.
En consecuencia, al referirse al “comercio justo”, nos está hablando de que su gobierno utilizará las leyes para que la industria de su país sea verazmente “made in USA”; que las divisas e impuestos beneficien al pueblo estadounidense; que el gobierno ampliará su competencia en los asuntos del Estado.
En efecto. El pasado 20 de enero al iniciar su mandato, Donald Trump expresó: “la ceremonia de hoy tiene un significado muy especial, no estamos transfiriendo el poder de un gobierno a otro, o de un partido a otro, estamos quitando el poder a Washington DC y se lo estamos devolviendo al pueblo” (…) “una nación existe solo para servir a sus ciudadanos”.
Las reacciones internacionales expresan que el nuevo presidente de Estados Unidos estaría dejando espacios de poder mundial, al encerrarse en un proteccionismo secante. Por ejemplo, desde Alemania, Angela Merkel sugirió “no caer en la tentación del proteccionismo”.
Empero, como Trump mismo dijo, hay que “ser impredecible” y nadie sabe hasta dónde podría modificar el statu quo, so pena de crear espacios de incertidumbre en Europa, Rusia, China y gobiernos que, por el momento, están “desarmados” virtualmente, por la velocidad y novedad de las decisiones del flamante mandatario de Estados Unidos.
Aún no ha muerto la globalización y el mercado mundial ante las sorpresas de Trump, con seguridad, se dará modos para continuar su ruta basada en la libertad individual, propiedad privada y economía de mercado.
Trump navega con velas del pasado y transita, por lo visto, en aguas del futuro que son impredecibles, pero de las cuales deberíamos ser parte.
AMERICA LATINA
La construcción de un muro fronterizo que aísle a Estados Unidos de la migración mexicana, centroamericana y proveniente de América del Sur, genera en estos días repudio contra las decisiones del gobierno de Donald Trump.
Sin embargo, hay corrientes y tendencias políticas que toman la deportación de latinoamericanos como una oportunidad de reencuentro con sus paisanos, ejército de trabajadores que podría contribuir, en cada país, al crecimiento de América Latina.
También es reto ineludible para los gobiernos y para la misma empresa privada, asimilar la nueva fuerza de trabajo, producir y exportar en coincidencia con el modelo Trump para probar que América Latina no sufre de añoranza por la dependencia.
BOLIVIA
El gobierno boliviano y el Encargado de Negocios de la Embajada de Estados Unidos en Bolivia, Peter Brennam, coinciden en la necesidad de restablecer relaciones diplomáticas como es habitual e histórico entre ambas naciones.
En este caso, poco importarían las tendencias liberales y no liberales, pues, muy por encima de ideologías, está planteada la urgencia por desarrollar relaciones diplomáticas de Bolivia con todas las naciones del mundo y en particular, con los países que pertenecen al continente del cual somos parte territorial.
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