Desde que en los primeros días de gobierno S.E. declaró que Bolivia, al final de su gestión, estaría en el mismo nivel de desarrollo que Suiza, fuera de reírnos, nos hizo percibir que un complejo de grandeza rondaba por ahí. Estamos transitando por el tercer período del MAS y apenas estamos por encima de Haití. El Vice también ha estado sacando esas cuentas alegres que le gusta manejar y resultó afirmando que en el 2025 estaríamos, económicamente, a la par con Chile o por encima, lo que es otra muestra de aguda paranoia.
Desde hace 11 años S.E. y sus sucesivos ministros juran que Bolivia será el “centro energético” del cono sur -lo que pudo ser seguramente-, pero resulta que cada vez somos menos influyentes en materia energética. Perdimos una gran oportunidad durante los años de bonanza de los precios del gas porque no hicimos otra cosa que venderlo desesperadamente, espantando a las empresas petroleras con falsos alardes de nacionalizaciones y quedándonos cada día con menos reservas, como estamos hoy.
Hablamos de que seríamos los adelantados de la industrialización del litio a nivel mundial, y que no habría cohete, avión, automóvil, celular, que funcionara sin el litio nacional, por ser un elemento esencial en ese tipo de ingenios. Es cierto que el litio es fundamental en la industria moderna, pero Bolivia apenas produce algunas salmueras y eso es todo. Nuestro país no es la “Arabia Saudita del litio” que decían que íbamos a ser. Chile y Argentina se nos han adelantado desde luego en el litio, sin tener el Salar de Uyuni.
Y así seguimos diciendo que vamos a ser los primeros en la producción mundial de acero cuando funcione el cuento del tío: Mutún; y que la “revolución energética” nos va a llevar a ser una potencia cuando explotemos Chepete y El Bala con 21 mil millones de dólares de inversión, y Rositas cuyo proyecto data de hace 40 años; que luego vendrá el poder eólico y por último, para callar a todos, la energía atómica en El Alto. Ni siquiera el Gobierno se ha preguntado por los pleitos ambientales que podrían presentarse.
Sin duda que Bolivia tiene toda la energía para abastecerse ampliamente y exportar, pero eso no es haciendo anuncios apoteósicos de venideras grandezas, sino trabajando e invirtiendo. No hay para qué decir que seremos el “centro energético” del cono sur si estamos lejos de serlo, ni la “Arabia Saudita del litio”. Conformémonos con ser una nación digna, sin compararnos con Suiza ni con Chile, para no producir hilaridad.
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