De manera intempestiva, aunque considerada “normal” por las autoridades del gobierno, a principios de año fue alejado de sus funciones el presidente del Banco Central, Marcelo Zabalaga, para ser sustituido por Pablo Ramos. No fueron explicadas las causas que motivaron ese súbito cambio, aunque en medios extraoficiales no se lo atribuyó a varias desinteligencias en altas esferas de gobierno y con objeto de rectificar situaciones delicadas.
A tiempo de asumir sus funciones, el nuevo Presidente del BCB afirmó que su principal tarea sería cuidar las reservas de la entidad que pasó a su conducción, apreciación que permitió considerar que en tiempos recientes esa tarea burocrática no estaba siendo debidamente atendida.
Con anterioridad se habían producido algunos roces entre la presidencia del Banco Central y el Ministerio de Economía. Se consideró, en efecto, que el Presidente del Banco anunció la impresión de nuevos billetes de corte de Bs. 500, anuncio que fue desautorizado por el Ministro de Economía, quedando, además, sin aplicación.
Ese incidente fue superado “sin dolor”, pero a poco tiempo se presentó otro nuevo cuando el Banco Central sostuvo que el crecimiento económico del país (PIB) llegaba al 5.1 por ciento, afirmación que resultó contraria a los pronósticos tanto de organismos internacionales como del Instituto Nacional de Estadística y del mismo gobierno y que, finalmente, determinó que no se pague el segundo aguinaldo para trabajadores asalariados y a sueldo de empresas privadas y del Estado.
Un hecho que causó (y sigue causando) malestar en la población fue, por otro lado, la profunda preocupación por el abrupto bajón de las reservas internacionales, que en los últimos dos años cayeron de alrededor de 15.000 millones de dólares, a menos de 10 mil, sin que exista explicación alguna acerca de semejante caída.
Finalmente, un nuevo factor vino a mostrar que el manejo del Banco Central atraviesa por otros problemas. En efecto, se denunció que el BCB habría adquirido bonos del Banco Central de San Salvador por más de 200 millones de dólares, sin que se hubiesen cumplido condiciones ineludibles de transparencia, caso que, lamentablemente, quedó en el olvido. También fueron presentadas críticas sobre los millonarios recursos dispuestos por el BCB, a cargo de las reservas, a favor de empresas estatales de antiguo y nuevo origen, aparte de financiar subvenciones sociales en vista de dificultades en el Presupuesto de la Nación, aspectos que la flamante autoridad se comprometió a atender.
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