Bermejo
• El paso fronterizo entre Aguas Blancas (Argentina) y Bermejo (Bolivia) se mantiene sin mayores sobresaltos
Tarija (El País Plus).- El decreto que endurece el control migratorio del presidente argentino, Mauricio Macri, no fue tomado en serio en la frontera boliviana.
Los caminos ilegales siguen con la misma afluencia de personas que realizan actividades ilícitas, a vista y paciencia de las autoridades de ambos países. Al ser consultados lanzan expresiones de escepticismo y hasta buen humor.
La polémica sobre migración la armó el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, con las deportaciones y la construcción de un muro en la frontera con México. Macri no se quedó atrás, también causó revuelo con el decreto ya mencionado. La justificación es disminuir hechos ilícitos atribuidos a extranjeros. Principalmente de narcotráfico, trata y tráfico de personas, tráfico de armas y contrabando.
Sin embargo, la última actividad mencionada no es secreto para nadie, se la realiza en plena luz del día. Los pasos ilegales no dan lugar sólo a eso, sino a otros hechos no lícitos, con los que justamente el macrismo justificó su decreto para combatirlos.
Al cruzar las chalanas hacia el lado argentino está el puesto integrado de Migración. Allí las personas realizan sus trámites para ingresar a ambos países. Pero al costado de éstos hay por lo menos cuatro pasos ilegales, por ahí cruza gente sin presentar ninguna documentación, y nadie realiza control.
Por esas vías se internan hacia el vecino país zapatillas y ropa principalmente. Es una actividad ilícita pero organizada. En el lado boliviano existe un espacio del tamaño de una media cancha de futbol, ahí alistan la mercadería para cruzar el río en los llamados “gomones” (una especie lanchas armadas con neumáticos de vehículos).
Una vez cruzado el río se dirigen hasta Aguas Blancas por los pasos ilegales. En esa localidad esperan decenas de vehículos en una especie de playa de estacionamiento, exclusivamente para cargar la mercadería. De ahí, se dirigen al interior de Argentina, pero tienen que pasar un control más, el control del “Puesto 28” de Gendarmería Nacional.
A unos 100 o 150 metros antes de llegar al puesto de control, los llamados “bagalleros” retienen los productos para meterse por medio de las fincas donde emergen de los cultivos con la mercadería al hombro. Su tamaño equivale a unos dos o tres taques de coca. Luego salen a una distancia similar más arriba del control. Incluso se construyeron casetas de palos para descansar y hay gente que vende refrescos, sándwiches y caramelos. Ahí, los vehículos esperan para continuar el trayecto con la carga ilegal.
Desde el lado argentino se trae principalmente aceite, harina y cerveza. Los carritos pasan complemente llenos. En ocasiones, el peso de la mercadería les quita la fuerza a quienes ofrecen el servicio para hacer llegar los productos a la orilla del río. Ahí hay chalanas exclusivamente para hacer pasar ese tipo de mercancía.
Para el concejal de Bermejo por Unida Departamental Autonomista (UD-A), José Luis Morales, Argentina está en su derecho de aplicar las normas que crean necesarias. Pero no comparte que se inicie como una campaña para estigmatizar todos los bolivianos.
Relató que cuando una persona va hacia el vecino país por poco no vuelcan el vehículo para inspeccionarlo. Pero delante de ellos, pasa gente ilegalmente con productos. “Las medidas del Gobierno hacia nosotros debe ser dar facilidad a los que quieren ingresar legalmente, y controlar a los que van por los pasos ilegales”, puntualizó.
Por su parte, el alcalde de Bermejo, Delfor Burgos, mencionó que a veces se saca documentaciones nacionales sin conocer a profundidad de lo que ocurre en las fronteras. Por ello, indicó que difícilmente un delincuente pasará por un puesto de control, o por donde haya policías.
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