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Una visita a la sorprendente biblioteca de Vargas Llosa

¿Se han preguntado qué libros atesora un Nobel de Literatura?

Con esta duda, Marío Arce, director de la Biblioteca Regional Mario Vargas Llosa, en Arequipa, Perú invitó a BBC Mundo a recorrer la colección de libros del escritor peruano en su ciudad natal.

La biblioteca que se encuentra en una casona antigua de piedra en el centro histórico de Arequipa cuenta con 7.900 títulos que van desde ficción, historia, ciencias sociales y revistas, pero el número seguirá creciendo, aseguró Arce.

La sala se divide en dos secciones. Por un lado, los libros a los que los socios de la biblioteca pueden acceder libremente y por otro, una sección restringida al público en la cual se encuentran los ejemplares que Vargas Llosa subrayó, hizo anotaciones y cuyas dedicatorias los hacen únicos.

“Entre ellos están Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Miguel Ángel Asturias, autores de distintas nacionalidades y en varios idiomas”, explicó Arce.

“Son libros que nosotros consideramos patrimonio bibliográfico porque el hecho de tener anotaciones de puño y letra de Vargas Llosa con valoraciones críticas de cada una de estas obras le da un valor específico que seguramente serán materia de análisis por parte de los estudiosos de la obra de Mario Vargas Llosa”, añadió.

Estos libros, considerados un tesoro de la biblioteca, representan casi la mitad de la totalidad los ejemplares donados por el escritor peruano.

TESOROS FIRMADOS

Entre los títulos personales de Vargas Llosa se encuentra “El tuerto es rey” del ya fallecido escritor mexicano Carlos Fuentes especialmente dedicado al premio Nobel.

“Estos libros aún no están a disposición del público para conservar” estos mensajes, justificó Arce.

Otro de los títulos es “Hombres de maíz”, del guatemalteco y también premio Nobel de literatura, Miguel Ángel Asturias.

“Este libro fue estudiado por (el crítico) Gerarld Martin, gran biógrafo de Gabriel García Márquez y también de Miguel Ángel Asturias y ahora de Mario Vargas Llosa.

“Este ejemplar en particular perteneció a Martin, pero hace más de 20 años se lo envió a Mario para que hiciera el prólogo de una edición crítica que él estaba elaborando de la obra de Asturias”, contó el director de la biblioteca.

«Por azar del destino, Martin estuvo en la biblioteca el año pasado y pidió revisar este ejemplar. Allí dio con la sorpresa de que las anotaciones habían sido hechas por él y se emocionó muchísimo de reencontrarse con un libro suyo después de muchos años», relató.

Y un tercer libro es una edición de «Cien años de soledad» del colombiano Gabriel García Márquez. En él se puede ver que Vargas Llosa hizo infinidad de anotaciones.

«Mario ha diseccionado la obra habiéndola leído de una manera que supone un estudio crítico del contenido del libro de Gabriel García Márquez», agregó Arce.

LA LITERATURA SIN LIBERTAD SE AGOTA

Agotada y silenciada. Así queda la literatura sin libertad de expresión, según Mario Vargas Llosa.

El ganador del Nobel de literatura hizo un llamado de atención sobre los últimos atentados a la libertad de expresión en la región.

El debate, según el escritor y ensayista, es extremadamente necesario, no sólo para salvaguardar la democracia, sino también la literatura.

EL VOLCÁN Y LA PARTERA INGLESA

El 28 de marzo de 1936, el día del nacimiento del Nobel, radio Arequipa daba un parte de última hora en el que anunciaba que la “actividad fumarólica” del volcán Ubinas atemorizaba a los pobladores de la ciudad.

Sin embargo, en la vieja casona del Boulevard Parra, donde ahora funciona la Casa Museo, la preocupación era muy distinta.

Dora Llosa Ureta ya sufría de dolores que eran la antesala del inminente nacimiento de quien sería su único hijo y la partera no aparecía por ningún lado.

Miss Pritchard, la “comadrona” que ahora es parte de la mitología arequipeña, en aquellas horas atendía otro parto a pocas cuadras de allí.

En una de sus columnas, publicada en 2011 en el diario madrileño El País, Vargas Llosa recreó aquella mañana en la que su madre “estuvo sufriendo lo indecible durante seis horas”.

“Yo, por lo visto, con un emperramiento tenaz, me negaba a entrar en este mundo”, interpretó el autor de “La guerra del fin del mundo” (1981).

La inglesa evangélica Susan May Pritchard culminó sin embargo el trabajo y gritó “es un varón” alrededor del mediodía.

En Arequipa cuentan que Pritchard llegó a recibir la condecoración de miembro de la Orden del Imperio Británico de parte de la Reina Isabel II de Inglaterra en 1956.

La mujer se pasó 48 años trayendo al mundo a arequipeños, hasta que ya no le dieron las piernas para caminar por toda la ciudad. El primer año de Mario Vargas Llosa fue una pesadilla para su madre.

“Dorita” fue abandonada en Lima por Ernesto Vargas meses antes de que el hijo de ambos naciera, por lo que volvió sola y embarazada a Arequipa.

Bolivia en la década del 20 realizaba importantes esfuerzos por aprovechar sus valles y sierras para la agricultura.

Así llegaron colonias de japoneses, menonitas y también palestinos como Issa Said, todos con más experiencia en el manejo de tierras que los campesinos bolivianos.

La familia Said se asoció con inversores peruanos para instalar una fábrica de hilos y tejidos en Bolivia en 1928 y así fue como Pedro Llosa llegó a Cochabamba.

Sin imaginarlo, el abuelo de Mario Vargas Llosa aportó a la conformación de la poderosa Fábrica Said, una textilera que casi no tuvo competencia en Bolivia hasta los años 80.

SUS PRIMERAS LECTURAS

El futuro autor de “La fiesta del Chivo” (2000) se quedaría en Cochabamba hasta 1945. Allí comenzaría sus estudios y aprendería a leer en el colegio La Salle.

Carlos Carrasco, diplomático boliviano compartió con Vargas Llosa esos años. Conversó con BBC Mundo sobre su relación con él. “Yo lo recuerdo como un niño taciturno. Era de pocas palabras, pero llegó a hacer muchas amistades en el colegio. A nosotros lo que más nos llamaba su atención era su acento peruano que era muy diferente a nuestra forma de hablar”, recordó el académico que ahora reside en La Paz.

Carrasco explicó que las primeras lecturas de él y Mario fueron los libros con los que frailes catalanes y gallegos les impartían clase.

Entre ellos estaba uno de cuentos breves realizado por una profesora llamada Dora Salinas, con el que Vargas Llosa comenzó a entrenar su capacidad de lectura de comprensión.

“Mario no era el mejor del curso, pero sí destacaba en escritura y lectura. Creo que algo tuvo que ver con que tuvimos un excelente profesor de gramática, el padre Julián”, recuerda Carrasco, quien es autor de la novela “La última confesión de un libertino” (2016).

Vargas Llosa y Carrasco se reencontrarían varias décadas después, en 1996 en París.

El escritor peruano recordó en libros y columnas su paso por las aulas del colegio La Salle de Cochabamba, sin embargo eso no sería lo único que le quedaría de su paso por esa ciudad.

Allí también, con 9 años de edad, conocería a Julia Urquidi, una tía política suya 10 años mayor que él.

A los 10 años, el joven Mario Vargas Llosa supo que su padre no estaba muerto como le había dicho su madre y lo conoció ya de vuelta en Perú.

Con sus progenitores en proceso de restablecer su relación, el futuro periodista pasaría por un par de colegios más hasta que a los 14 años sería enviado a un Colegio Militar.

“El padre de Vargas Llosa era muy posesivo y no le interesaba estimular su hábito de leer. Pensó que enviándolo a un liceo militar ‘lo volvería hombre’”, comenta Mario Rommel Arce desde Arequipa.

Sin embargo, todo salió al revés y fue en ese centro de educación donde Mario Vargas Llosa consolido su vocación de lector y escritor.

Los sentimientos encontrados del Nobel por su autoritario y violento padre quedarían en evidencia años después.

LA TÍA JULIA

Con 19 años, en 1955 Mario Vargas Llosa se casó con Julia Urquidi, “la tía” 10 años mayor que él. Urquidi en realidad era la hermana de una tía política separada del hermano de la madre del entonces estudiante de Derecho y Literatura.

En los hechos no eran parientes, sin embargo, el mismo Vargas Llosa se encargaría de inmortalizar ese mito a través del relato ficcionado titulado “La tía Julia y el escribidor” (1977).

AMOR POR LOS HIPOPÓTAMOS

Por qué Mario Vargas Llosa adora a los hipopótamos y otras historias curiosas del hijo más ilustre de Arequipa. “Su pasión es revolcarse en el barro, estar en las charcas y hacer todo el tiempo el amor con la hipopótama. ¿No es de admirar? Los adoro”.

Mario Vargas Llosa, el escritor peruano que en 2010 recibió el premio Nobel de Literatura, nunca ha ocultado su amor por los hipopótamos.

“Es un animal lindo, delicado y un ejemplo para el ser humano. No hace daño a nadie. Tiene una piel suave, una garganta chiquita y sólo ingiere libélulas y pequeños insectos”, explicó el autor de “Conversación en la catedral” (1969) en una entrevista con el diario español La Razón en 2009.

Y en la Casa Museo Mario Vargas Llosa, en la ciudad de Arequipa, se pueden ver hipopótamos de varios tamaños y colores en uno de los muchos ambientes.

“Claro que hay hipopótamos. Y entiendo que Mario Vargas Llosa tiene también hipopótamos en el lugar donde reside actualmente”, le dice a BBC Mundo Mario Rommel Arce, el director de la Casa Museo y Biblioteca.

“Su admiración tiene que ver con el entusiasmo sexual de estos animales”, explica.

DATOS

- Mario Vargas Llosa ha sido definido como uno de los más completos narradores de su generación y una figura destacada de la literatura hispanoamericana.49 Representante ideal del espíritu del Boom latinoamericano, pues nació literariamente con él y ayudó a definirlo y a identificarlo con una nueva generación de escritores,50 su obra narrativa se caracteriza por la importancia de la experimentación técnica, aspecto por el que es valorado como un maestro de la composición novelística y en el que se ha desempeñado como un notable innovador de posibilidades narrativas y estilísticas.

- Desde el punto de vista temático, sus novelas tratan de la antinomia entre lo histórico y lo estructural, como así lo expresa el título de varias de sus novelas (La ciudad y los perros, La casa verde, Conversación en La Catedral), en las que la presencia de estructuras demuestra el interés casi obsesivo que el autor tiene por estas.51 Asimismo, en cuanto a los tonos, su obra presenta las características más variadas, desde el humor y la comicidad hasta la caída trágica.

Textos BBC Mundo

 
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