COMUNICABILIDADES
La madre Teresa de Calcuta dijo alguna vez que “la primera necesidad del ser humano era comunicarse”. Yo añadiría que es la última necesidad también.
Como un dramático ejemplo recordemos al multimillonario griego Aristóteles Onassis, quien en sus últimos días (luego de haber contraído una pulmonía fatal y otra infección en la vesícula) se encontraba rodeado de enfermeras en un estado lamentable.
Perdió el habla y fue necesario conectarlo a un respirador artificial. Otro tubo lo unía a un riñón artificial y permanentemente le administraban morfina para aliviar su dolor.
Un día, el magnate hizo gestos desesperados con su mano (ya que no podía hablar) pidiendo una hoja de papel y un bolígrafo para escribir. Con letra temblorosa y apenas legible garabateó: “Por favor, déjenme morir”.
La comunicación es una necesidad desde que nacemos hasta que morimos, de hecho, cuando un familiar o un amigo mueren… más que la muerte en sí, lo que nos angustia y desconcierta es la ruptura violenta de la comunicación.
El no saber dónde estará esa persona, el no saber qué nos habría dicho si hubiera podido despedirse… o qué le habríamos expresado de saber que era la última vez que lo veríamos… nos causará desasosiego por mucho tiempo.
La comunicación nos atraviesa, vertical, horizontal, lateral y transversalmente. Nada escapa a la comunicación.
A diario las relaciones humanas precisan de comunicación. No dejamos de comunicar incluso cuando no nos comunicamos, porque al no comunicarnos ya estamos comunicando algo.
Somos seres comunicantes por naturaleza, la comunicación nos humaniza y es la esencia de nuestra sociedad.
(*) Director de Xperticia, empresa de asesoramiento y capacitación en Comunicación.
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