Entre cartas, poemas y cuentos
Se cuenta que Demóstenes, el famoso orador, estadista y abogado griego (384 – 322 a. de C.) estaba en el tribunal defendiendo la causa de un hombre pobre para salvarle la vida, acusado por un delito que no había cometido. Pero veía a los jueces distraídos y aburridos. Entonces interrumpió su defensa y les comentó:
–Señores jueces, quiero contarles una historia muy interesante; viene perfectamente al caso que se trata en este tribunal. Es ésta: un hombre alquiló un burro para viajar a Atenas. Durante el viaje, como el sol estaba muy fuerte, bajó del animal y descansó media hora bajo la sombra del jumento.
Terminado el viaje, devolvió el animal, pagó el alquiler convenido, y se fue. Pero el dueño del burro llegó a saber lo del sol y lo de la sombra; mandó llamar a aquel hombre y le dijo: “Tú me pagaste tan sólo el alquiler del burro; ahora debes pagarme aparte lo de la sombra”. El hombre alegó: “Yo te he pagado el alquiler del burro entero; por tanto, iba incluida también la sombra”. Y así se armó una discusión tan violenta que . . .
Llegado a este momento de la historia, los jueces estaban todos muy silenciosos y atentos. Demóstenes aprovechó la expectación para reanudar la defensa del pobre hombre, pero los jueces protestaron:
–Cuéntanos cómo terminó lo del burro y lo de la sombra.
Entonces, el célebre orador les replicó:
–Señores jueces, deben ustedes avergonzarse: cuando se trata de salvar a un hombre inocente, ustedes se me ponen distraídos, aburridos y sólo bostezan; cuando, en cambio, yo les hablo de la sombra de un burro, ponen toda su atención hasta a los más pequeños detalles. ¿Creen ustedes que es así como han de portarse los jueces?
El hombre que no se interesa por los pobres es un pobre hombre.
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