[Luis Antezana]

Las “pequeñas” diferencias entre Trump y Evo


No se puede saber si las comparaciones que se hace entre los presidentes de Estados Unidos y Bolivia son para elogiar o desprestigiar a los personajes aludidos. A veces se trata de comparaciones pueriles y otras de alguna seriedad, pero generalmente con resultados ridículos.

Entre el presidente norteamericano y el boliviano existen diferencias, pero hay que diferenciar entre las importantes y las de menor cuantía. Las diferencias superficiales tienen su efecto, pero solo las de fondo son decisivas. Ya se ha publicado varios artículos sobre algunas coincidencias y diferencias entre esas dos personalidades. Ahora se puede observar ciertas “pequeñas” desigualdades en torno a aspectos más serios.

Trump es partidario de desarrollar el sistema económico capitalista a mayores niveles, mientras Evo Morales es radical enemigo del capitalismo. Lo sostiene desde hace diez años.

Trump es declarado nacionalista, mientras Evo Morales asegura ser internacionalista y propone la desaparición de las fronteras, la ciudadanía universal y otros.

Trump es propiciador del proteccionismo económico. En cambio Evo Morales plantea lo contrario y no solo de palabra sino de hecho, como lo hace desde hace una década. Al contrario, Trump es contrario al libre comercio, mientras Evo es favorable a ese sistema no solo en la teoría sino en la práctica de su gobierno.

Trump es contrario al populismo (en el sentido económico y no en el habitual), porque propone seguir haciendo avanzar el sistema económico de su país, mientras el gobierno de Evo Morales es populista, en sentido de que su programa político repudia al sistema capitalista y busca, en cambio, retroceder al ayllu, la comunidad y en particular al socialismo comunitario establecido inclusive en la Constitución vigente.

Trump tiene como consigna central hacer de Estados Unidos “grande otra vez”, principio que ha causado la reacción de los seguidores del libre comercio a ultranza para restaurar el “neoliberalismo”, actitud esta última que se enraizó en recientes decenios hasta convertirse en una corriente tradicionalista que perdió el sentido nacional.

De otro lado, mientras Trump se opone al sistema de coloniaje en que estaba cayendo Estados Unidos, otros gobernantes, incluyendo el boliviano, están embarcados en esa tendencia colonialista, pero esta vez para no estar bajo dependencia de imperios tradicionales, sino de neoimperialismo, como el chino, por ejemplo.

En un aspecto de detalle, mientras Trump buscaría el desarrollo nacional, algunas concepciones conservadoras estarían inclinadas a la dependencia colonial en especial de materias primas. Es más, convertir a sus países en mercado de consumo de la producción industrial de las potencias neoimperialistas que brotaron bajo el slogan de “socialismo del Siglo XXI” y que han derivado en el capitalismo más salvaje que se pueda imaginar.

El proteccionismo es de viejo origen y estuvo siempre en lucha contra el libre comercio absoluto, como, por ejemplo, ocurrió en Inglaterra desde el Siglo XV. Una verdadera guerra que protagonizó la humanidad fue entre esas dos escuelas económicas y mientras para unos la primera significó el progreso, para otros constituyó la decadencia y aun la desaparición. Este fenómeno se manifestó también en Bolivia a lo largo de toda su vida, empezando por los gobiernos de Bolívar y Sucre.

Se puede terminar indicando que el estudio comparativo no es agarrar el asunto por los cabellos. Es la confrontación de objetos para poner de manifiesto los aspectos de semejanza o diferencia entre ellos. No consiste en confrontar datos que no se basan en la realidad y gran número de propiedades comunes a los asuntos que se compara. Entre tanto, la comparación, en este caso entre Donald Trump y Evo Morales (cifras, estadísticas, aspectos sexuales, intrigas, mujeres o chismografía), no tiene valor y ni siquiera se aproxima a la posibilidad y en ese sentido se debe hacer diferencias y similitudes entre ambos mandatarios.

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