Acerca de los problemas de la CNS

La Caja Nacional de Salud (CNS) es una institución de derecho público y con personería jurídica propia, cuya misión es brindar atención integral en el campo de la salud, en el régimen de corto plazo, como ser: maternidad, enfermedad y riesgos profesionales, a toda su población protegida. En la actualidad atraviesa por caminos pedregosos que podrían conducirle a una bancarrota, en desmedro de sus asegurados y beneficiarios.

Un primer tema que hay necesidad de analizar con mucha seriedad es el Directorio, pues si bien sus bases legales señalan su composición, se podría plantear algunos requisitos para sus diez integrantes (representantes estatales, patronales, laborales activos y labores pasivos), entre ellos que conozcan a fondo la esencia de esta institución, es decir conocedores de la salud pública y para tal propósito se encuentren capacitados y puedan diseñar políticas y estrategias comparativas para el mediano y largo plazo, así como prescribir normas internas y ejercer fiscalización y control al nivel ejecutivo de dicha organización. Como ellos reciben dietas por su trabajo, se les debería exigir perfiles profesionales pertinentes, y por tanto el cumplimiento de sus funciones específicas, de no hacerlo, los integrantes del Directorio se estarán convirtiendo en cómplices del desastre institucional. Ahora bien, quizá ello obligue a rediseñar su normativa, hay que tomar la decisión.

Un segundo tema que se debe tocar es el PRESUPUESTO que, como es de dominio público, está financiado en gran parte, por el empleador, es decir el 10% del importe de las planillas de pago de haberes de las organizaciones afiliadas a la CNS, del sector público como privado. Es así que el presupuesto de gastos debe destinarse, en un 65% (más o menos) al área operativa, es decir al cumplimiento de su misión institucional, a la cabeza del Gerente de Salud, para cubrir gastos e inversiones de médicos y paramédicos que cumplan labores sustanciales de la organización, y el 35% (más o menos) para cubrir gastos e inversiones del área administrativa, como instancia facilitadora de los objetivos y actividades del área esencial. Seguramente eso implicará un rediseño organizacional, hay que hacerlo.

Un tercer tema a considerar es el del Gerente General, que como Máxima Autoridad Ejecutiva (MAE) deberá contar con el perfil mínimo (independientemente de quién lo designe o destituya) para el puesto, con formación académica y amplia experiencia laboral en el manejo de instituciones de salud. Un profesional en el área de salud, con especialidad de salud pública, y complementado con conocimientos administrativos y generales, de tal manera que garantice la gestión pública y ejerza sus labores con meritocracia. Es de hacer notar que por tratarse del Número Uno de la institución, cuyos honorarios corresponden al máximo nivel salarial, se le debe exigir los mencionados requisitos y el cumplimiento de sus funciones gerenciales como contraprestación de sus haberes.

Un cuarto tema es el del Gerente de Salud, como el Número Dos, cuyas delicadas labores están orientadas a satisfacer la subsistencia misma de la institución, como es la atención en el campo de la salud a los asegurados y beneficiarios, con el perfil profesional de médico con especialidad en salud pública y amplia experiencia en instituciones y entidades públicas de salud.

Para lograr todo ello se requiere voluntad política y desprendimiento, tanto del gobierno central como de los representantes institucionales que conforman el Directorio.

El autor es docente universitario.