Programas de racionamiento de agua en que se disminuye su falta en algunos barrios, con cambios periódicos atenidos a las lluvias; anuncios sobre medidas a ser tomadas para solucionar el grave problema; noticias sobre utilización de agua de diferentes ríos son, entre otros, anuncios optimistas con los que se pretende tranquilizar y contentar a la población, especialmente de la ciudad de La Paz; pero la realidad es que sólo se recurre a paliativos que no solucionan el problema y menos tienden a encontrar remedios para el futuro.
Muchas veces se ha sostenido la urgencia de que el gobierno, asumiendo sus responsabilidades, estudie, planifique, analice con profesionales técnicos y con experiencia, el grave problema que no sólo afecta a la ciudad de La Paz sino que se extiende a departamentos como Cochabamba, Chuquisaca, Tarija, Oruro y Potosí; un problema que se ha convertido en una especie de tragedia porque falta agua no solamente en los centros poblados sino en las áreas rurales.
El domingo 22 de enero, la población de La Paz recibió la noticia de que “contará con agua durante 12 horas diarias”; el gobierno, optimista y “creyente de milagros”, consideró que “la crisis del agua ha terminado”, cuando la realidad del mundo demuestra que los pueblos cuentan con agua, durante todo el tiempo y además esa agua es limpia, potable y hasta purificada, solo en grandes represas de tratamiento. Creer que otorgar agua 12 horas diarias es haber “superado la crisis”, no es más que un espejismo consolador para un pueblo que padece falta del líquido por casi tres meses.
Como los anuncios fantasiosos nunca faltan, el propio Presidente de la República anunció el viernes 27de enero: “con ayuda de la aviación venezolana, conjuntamente la Fuerza Aérea de Bolivia, se bombardeó 230 nubes para asegurar las lluvias a un costo de 500 mil dólares”. El anuncio, por increíble, dado sorpresivamente y sin haberse conocido antes ningún antecedente al respecto, cayó en la población de La Paz como algo fantasioso, increíble y que sirve simplemente como un medio para tranquilizar. El caso, desconocido por todos, debería habérselo adoptado al principio de la época de lluvias que el país vive desde hace más o menos veinte días, hasta el extremo de que en algunas regiones se ha sufrido inundaciones porque la naturaleza descargó torrentes de agua y los ríos cumplieron su parte. No fue necesario ningún “bombardeo” o, si lo hubiese sido, abríase producido mucho antes de ocurrir la crisis que tomará mucho tiempo, si es que el gobierno se anima a cumplir su responsabilidad con los estudios e inversiones precisas; entretanto, la población de La Paz y otros departamentos tendrá que vivir con racionamientos periódicos y, como una concesión especial, verá reducidos los horarios para entregar agua turbia, contaminada e imposible para el consumo si no se la trata previamente.
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