Edgar D. Ergueta Ávila
Los tiempos que se avecinan parecen indicar que la economía mundial cambiará de rumbo en un futuro muy próximo. Existen acontecimientos, como el Brexit en Gran Bretaña y la elección del nuevo presidente de Estados Unidos, que indican que la proclamada “globalización de la economía”, que postulaba al libre comercio universal, cambiará drásticamente hacia una economía protectiva, irónicamente, propiciada precisamente por los dos principales promotores de aquella otra idea.
Sin embargo, también se debe tomar en cuenta que el libre mercado que se buscaba aparentemente tenía sus grandes restricciones en los países industrializados que participan en acuerdos de integración, como podemos citar a países europeos miembros de la Unión Europea (UE), los dos países mayores de Sudamérica, suscriptores del Mercado del Sur (Mercosur) y los tres grandes de Norteamérica que participan en el acuerdo de América del Norte (Nafta). Acuerdos estos cuyas normas de libre mercado sólo corren para los socios y existen serias normas restrictivas contra terceros países. Muy conocidas y admiradas son las normas sobre la “cuatro libertades” que rigen las relaciones ínter países en la UE: la libre circulación de mercancías, la libre circulación de servicios, la libre circulación de trabajadores y la libre circulación de capitales, medidas que tienen por objeto proteger a la comunidad de injerencias extranjeras en estos temas centrales y se han convertido en ejemplo de otros tratados de integración.
Por lo anteriormente dicho, podemos convenir que la economía internacional que rige hasta nuestros días, si bien tiene grandes anuncios sobre la necesidad de liberalizar los mercados, subsiste en una mezcla de liberalidades y medidas protectivas que más afectan a los países intermedios y pequeños y que nadie se atreve a criticarlas o que si se lo hace no tienen consecuencias.
Ante el próximo panorama mundial a que se hace referencia al inicio de este escrito, los afanes protectivos de los tratados multinacionales en los que continúen participando los países mayores tenderán a ser más protectivos de lo que son actualmente, precisamente en resguardo de las medidas económicas que puedan emitir GBR y EEUU.
En tal sentido y por lo expuesto, debemos reiterar que los países más afectados serán los de mediano y menor desarrollo económico, dada la precariedad de sus economías y su probada indefensión. Una situación así amerita que estos países escarben entre las experiencias pasadas para que puedan encontrar una vía que les permita tener una ubicación fortalecida en el futuro concierto de naciones. Si bien es cierto que los correspondientes tratados multinacionales económicos de los países menores han tenido un relajamiento muy grande, con una inmensa cantidad de incumplimientos a las decisiones asumidas y con la flexibilización de sus normas, que a la larga se convirtieron en inocuas, ello no fue por lenidad o falta de interés de los países sino que se debió a situaciones que escaparon a su control, como fueron: a) la crisis generalizada de la deuda externa que afectó negativamente a los países de la región en la década de los años ochenta (la década perdida); b) las grandes declaraciones sobre globalización de la economía mundial, que hizo que la integración de dichos países opte por un “regionalismo abierto”, vale decir, de total apertura de su mercado a países externos y, c) el cambio de prioridades de los acuerdos comunitarios, que en los últimos años sustituyeron los objetivos económicos por políticos y no tuvieron resultados de ningún tipo.
En cuanto a experiencias en el campo de convenios multinacionales, no se debe perder de vista los estudios y recomendaciones que hizo la Comisión Económica para América Latina (Cepal) en los años cincuenta y sesenta, que arrojó como resultado tratados integradores ejemplares para grupos de países menores interesados en promover su desarrollo económico con protección de sus economías, lo que se considera apropiado para una situación internacional como la que podría presentarse en el futuro inmediato. El trabajo común de los países que conforman la actual Comunidad Andina de Naciones (CAN), precisamente compuesta por países de mediano y menor desarrollo, podría facilitar enormemente el encontrar una vía inclusiva para el desarrollo de estos países, de acuerdo con los acomodos que se debe hacer tomando en cuenta los grandes avances económicos y tecnológicos de los últimos tiempos.
El Ing. Edgar D. Ergueta Ávila es ex funcionario del Gobierno, del Grupo Andino y de ALADI.
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