Las negativas afirmaciones económicas que proporcionan algunos medios oficiales permiten concluir que las finanzas del país se encuentran en declive, lo cual también ha significado que las autoridades admitan, finalmente, que la situación del país no está color rosa y que hay que proceder con suma cautela para evitar futuros dolores de cabeza.
Las quejas se refieren a aspectos fundamentales del organismo estatal, como la caída de las reservas internacionales, el crecimiento de la deuda externa, la caída de las exportaciones en volumen y valor, las notables importaciones de alimentos, el derrumbe de las rentas petroleras, el considerable déficit fiscal y otros.
Uno de los puntos alarmantes es el descenso de las Reservas internacionales netas (RIN) por debajo de los 10 mil millones de dólares. El detalle de este problema señala que estas reservas cayeron, hasta el 20 de enero pasado, a 9.993 millones de dólares, a razón de 88 millones de dólares en veinte días, o sea un promedio de 4.4 millones de dólares diarios, dato numérico que no deja de ser alarmante. Sin embargo, es aún más preocupante no saber por qué motivo se produce ese descenso, es decir por qué y en qué el gobierno gasta esas sumas.
En realidad, dicho bajón de las reservas permite vislumbrar que si las cosas siguen en ese ritmo, pronto vamos a quedarnos sin esos recursos y estaremos en el sendero tortuoso de algunos países que despilfarraron las reservas y, además, han dejado de tener ingresos, como Venezuela. En síntesis, no podremos contar con fondos para hacer importaciones de alimentos, ya que la producción nacional en ese sentido ha colapsado, excepto en granos de oleaginosas que sirven principalmente para la exportación.
Si bien, por un lado, ocurre ese problema, también la economía del país registra que la balanza comercial también cerró con un déficit de un mil 212.7 millones de dólares, esto debido a la caída de las exportaciones en el monto de 7 mil 214.2 millones de dólares, el año pasado. Este dramático bajón en nivel de casi un quinto (19% menos) fue resultado de la caída de las cotizaciones del gas, ventas que se contrajeron en casi 50 por ciento, en términos redondos.
Entre tanto, la Deuda Externa de Bolivia tuvo un crecimiento de casi el doble, siendo superior en más de 3 mil millones de dólares que hace diez años, según el IBCE. A la CAF y al BID se les debe a razón de más de 2 mil millones. La deuda a China alcanzó 589 millones de dólares, mientras la deuda con Alemania llega a 48 millones y con Brasil a 41.
El ministro Arce Catacora ha tratado de justificar ese estado de cosas diciendo que los dos años pasados fueron “sumamente dramáticos” y, finalmente, reconoció que fueron difíciles para la economía, aspectos que calló hasta entonces. Pero, para atenuar los temores del público, señaló que este año promete estabilidad de precios y que las reservas no caerán más, a no ser que se produzcan dificultades en el ámbito internacional. Son problemas “transitorios” y que “lo peor de la crisis ya ha pasado”, dijo, aunque soslayando referirse a la parálisis del aparato productivo del país, los derroches financieros, las inversiones en obras faraónicas improductivas, etc., situación general que pasa de castaño a oscuro.
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