Gabriel Arrese Leza
Las superficies más afectadas por los Grandes Incendios Forestales (GIF) son los espacios artificiales derivados de repoblaciones o cultivos forestales, según el último estudio de Ecologistas en Acción. El 40 por ciento reforestado respecto al 14 por ciento que afectan a los bosques naturales bien conservados. La política de prevención de incendios resulta escasa si continúa la reforestación rápida o de especies no autóctonas.
Los bosques y montes poblados de vegetación autóctona poco intervenida resultan la mejor defensa ante los grandes incendios. El año pasado disminuyó la superficie quemada respecto al año anterior: de más de cien mil hectáreas a menos de sesenta mil. Sin embargo, los GIF han aumentado en más del cincuenta por ciento. Se considera GIF aquellos que superan las 500 hectáreas de superficie en riesgo.
La sucesión programada es el proceso por el que la estructura de un paisaje cambia de manera gradual. Unas especies iníciales preparan el terreno con humedad y microorganismos. Más tarde aparecen distintas especies que dan lugar a pastos, arbustos, bosques. En ocasiones, la reforestación tras una catástrofe incumple este proceso y se salta pasos. Esto provoca la vulnerabilidad de las nuevas plantas frente a depredadores o plagas.
Desde la organización ecologista defienden una buena conservación y protección de los bosques naturales como freno de los grandes incendios. Además, matizan que una mayor intervención no es sinónimo de una mayor defensa de las masas forestales. Para intentar frenar esta situación proponen soluciones como mejorar la información pública para conocer los detalles ya que muchas veces el Gobierno los oculta. Asimismo, defienden reducir las nuevas repoblaciones con pinos, priorizar la regeneración natural frente a la repoblación y limitar las actuaciones de limpieza de montes para preservar las especies autóctonas.
Iniciativas como la de Sylvestris se centran en solventar este problema sin dañar más la superficie afectada. Esta empresa tiene como objetivo preparar y fortalecer antes la semilla para obtener una mayor resistencia a las condiciones adversas. Respetan el uso de semillas autóctonas y la siembra tradicional para que la superficie arrasada por el fuego se recupere antes y de una manera eficiente. Así, evitan el desperdicio durante la reforestación y abaratan costes. Además, realizan la tarea de repoblar con personas en riesgo social o mayores dificultades para encontrar trabajo.
En ocasiones se subestima la gran capacidad regenerativa que posee la naturaleza. No siempre es necesaria la corrección e intervención del ser humano. El fuego ha contribuido a la adaptación de especies como el alcornoque, que ha desarrollado el corcho como corteza para evitar daños internos. Medidas tan simples como el buen estado de conservación de nuestros bosques naturales y la reforestación respetuosa con las especies autóctonas son el mejor instrumento para evitar estos incendios.
El autor es periodista.
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