Excesiva desnutrición crónica en Bolivia

Según informes del Programa Mundial de Alimentos (PMA) se asegura que la desnutrición crónica en Bolivia es una de las más altas de América Latina, que mantenemos niveles entre el 25 y 27% cuando la media de la región es de 16%. Considera la necesidad de adoptar políticas que permitan el consumo de alimentos que combatan el mal que produce graves atentados contra la salud.

Estar en los mismos parámetros de Haití y Guatemala no es signo de que nuestro país haya derrotado a la pobreza como mucho se afirma cuando los índices de mendicidad y pobreza extrema en el país son lacerantes. Muchas veces, las autoridades sostienen que en once años se ha superado altos índices de desnutrición cuando la realidad muestra que no es así y que, por el contrario, muchas veces se cree que la obesidad es signo de buena salud, cuando la diabetes y la gordura son muestras no solo de mala alimentación sino que son principios de otros males que tienden a agravarse.

El Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras ha sostenido que “el gobierno ha invertido 189 millones de bolivianos para garantizar la producción de alimentos como tomate, papa y carne de res”. Estas afirmaciones no coinciden con la realidad porque permanentemente se habla de inversiones en la agricultura con miras a superar la carencia de alimentos, y la realidad muestra cuadros distintos, como es el caso de sostener que una inversión de 189 millones de bolivianos haya conseguido abastecimiento de “tomate, papa y carne de res”, como si la alimentación de un pueblo consistiera del consumo de esos tres productos.

Sostener que se ha superado altos índices de pobreza cuando es lo contrario, afirmar que “nunca se ha vivido tan bien” es otra afirmación que a la población le cuesta creer; sostener que “somos el país que más ha crecido en el continente” es otro despropósito que contrasta totalmente con la realidad. Las afirmaciones del Programa Mundial de Alimentos se ajustan a una realidad promedio porque pobreza extrema hay en muchos estratos de la sociedad, especialmente en las áreas rurales.

Si realmente hubiésemos conseguido incrementar la producción de alimentos, no estaríamos en situación de importarlos o internarlos de contrabando desde países vecinos. Bolivia, hasta hace por lo menos ocho años, evidentemente producía la mayoría de alimentos de las áreas rurales; pero en los últimos años la siembra y cultivo de productos agropecuarios ha bajado notablemente y, en casos, como de la papa, de la que se producía 232 especies diferentes, prácticamente tiende a desaparecer de los cultivos. El gobierno no solamente por lo que afirma el PMA, sino por exigencias de la realidad, debería invertir efectivamente en reactivar la agricultura hasta recuperar índices de producción que se tenía. Descuidar el campo de la alimentación es grave irresponsabilidad que no debe continuar.