El carnaval permanente

Todo comenzó cuando mi discípula periodística, que es corresponsal en el Palacio Real de la plaza Murillo, se presentó a nuestro despacho vestida tan elegantemente como seguramente lo hace la señora Gabriela Zapata, algo que me descolocó, pues ella siempre fue modesta en su vestir de chola cochabambina y ahora la veía frente a mí con un atuendo parecido a la novelesca artista que actuó la otra noche en ATB, un canal de mucho prestigio.

Cuando entablamos diálogo le pregunté si para ella había comenzado ya el carnaval, respondiendo la bambina cochabambina que su permanencia diaria en el Palacio Real le había enseñado que el carnaval es permanente; así los bolivianos vivimos felices disfrazándonos de todo y farreando día y noche.

Este subyugante tema me llevó a preguntarle cuántos días celebraríamos el carnaval en la ciudad de Oruro, respondiendo la alegre periodista que nos podríamos quedar un mes, unas veces para bailar como diablos y otras veces como devotos piadosos de la Virgen del Socavón.

Cuando estuvimos de acuerdo en carnavalear indefinidamente, Macacha me preguntó cuánto dura el carnaval en Río de Janeiro, a lo que respondí: “seguramente y alargando plazos, un mes”. Contestando la periodista que le pareció muy poco y que por eso los brasileños vienen a bailar a Bolivia el resto del año en nuestra poblaciones circunvecinas, tiempo que aprovechan para intervenir en actividades comerciales y de otra índole.

Ella me contó que el carnaval en el Palacio Real comenzó hace tiempo, cuando el Presidente pidió a sus colaboradores que dejarán de “chuparle las tetillas”, instrucción que les obligó a trabajar más inteligentemente en su campaña de rerereelección, aunque con resultados hasta el momento ineficaces; sin embargo nuestro futbolista disfrazado de Emperador pensó en decretar el Carnaval perpetuo en Bolivia, sabia medida que alegró inclusive a los pobladores de Achacachi, que disfrazaron de chola a su Alcalde, para alegría y solaz de los habitantes de toda la región, quienes también admiran el baile y a los disfrazados. Por último me sugirió que debería concederse el “Premio a los disfraces” a la ex novia del presidente Evo, quien según parece coqueteaba también con el ex-ministro de la Presidencia Juan Ramón Quintana, “su reycito”, quien anda disfrazado de malo y de camionero.

Feliz y eterno carnaval para todos los bolivianos.