Augusto Vera Riveros
Causa pesar cómo nuestro país más allá de haber incorporado varios cuerpos normativos en la última década, e independientemente de su contenido jurídico axiológico, lo hizo con escandalosos retruécanos que ofenden los más básicos principios del idioma, lastiman el oído, colman la paciencia e indignan hasta al más prosaico hispanoparlante.
Las innovaciones que el derecho positivo de Bolivia ha incorporado a su economía jurídica, respecto a los derechos paritarios en el campo político ̶ representativo, laboral y cívico entre otros, entre varones y mujeres, ha significado una bofetada a mansalva a la lengua quizá más previsora, que hizo que desde los primeros magistrados del Estado hasta el último funcionario perteneciente al partido gobernante, se llenen pletóricos de entusiasmo la boca, refiriéndose a sus oyentes en unos casos o aludidos en otros, como “bolivianos y bolivianas”; compañeros y compañeras”; hermanas y hermanos”, y en ocasiones, abreviando esas inicuas formas de expresión, con las no menos desafortunadas y artificiosas soluciones a saber: “las y los trabajadores”; “las y los ministros”, y un prolongado etcétera que los Lope de Vega; Darío; Borges; Cortázar y otros maestros de la lengua castellana, tomarían la determinación irrevocable e inmediata de volver a sus tumbas si escucharan esa tristemente novedosa forma de hablar.
Resulta, luego, inaudito desde la óptica gramatical que nuestra Constitución Política del Estado, leyes, decretos y resoluciones de menor rango, caigan en tamaños vicios semánticos, no solo respaldados por las autoridades que no hacen, con ello, otra cosa que contribuir a la degeneración del idioma, si no, y curiosamente, a contagiar hasta a sus más pintados adversarios. Efectivamente, con estupor comprobamos que en los círculos políticos de la oposición se ha contraído esa especie de mal lingüístico que a más de diez años de gobierno, ha derivado en una evidente epidemia, sin hablar de los dirigentes sindicales, cívicos, presentadores de noticias especialmente pertenecientes a los medios controlados por el Órgano Ejecutivo.
Una vez más caímos en el culto a la copia ideologizante del chavismo y kirschnerismo esencialmente, cuyos instrumentos jurídicos y estilos discursivos de sus líderes, acribillan nuestro oficial idioma de sustantivos comunes en cuanto al sexo, y que cuando de seres animados se trata, tienen la misma forma para los dos géneros gramaticales, es decir que el masculino gramatical no solo se emplea para referirse a los varones, sino también para designar a todos los seres de la misma especie. Así, con la expresión: los bolivianos, podemos referirnos a un colectivo formado exclusivamente por varones, pero en el entendido de que en Bolivia existen coincidentemente casi en la misma proporción, mujeres, también puede, sin lugar a dudas, darse por descontado que se está refiriendo a ambos sexos, en aplicación a la ley lingüística derivada de la economía expresiva y en ningún caso a intención discriminatoria alguna.
La Real Academia Española (única instancia autorizada para la regulación del idioma) expresa que la mención explícita del femenino solo se justifica cuando la oposición de sexos es relevante en el contexto.
Gobernantes de mi país: la inclusión de la mujer en todos los estamentos de nuestra sociedad se logra con acciones efectivas, no con barbarismos que agravan ya nuestra menoscabada educación primaria, ni induciendo a los niños a un aprendizaje incorrecto del idioma.
El autor es jurista y escritor.
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