[José Alberto Diez de Medina]

La Guerra del Pacífico


Es necesario conocer algunos antecedentes históricos importantes, a partir del derecho básico y legítimo, fundado en el “uti possidetis” de 1810, o sea el territorio que poseía de cada nación americana al obtenerse la emancipación de América del Sur, con base en las jurisdicciones dictadas por la metrópoli española, que daban a Charcas o El Alto Perú posesión marítima sobre el Pacífico hasta el paralelo 27.

No únicamente los kollas y los quechuas, y los antiguos pobladores del altiplano, sino igualmente los virreinatos y las Audiencias, reconocieron la vinculación marítima que de hecho tenían la Audiencia de Charcas y, más tarde, el Alto Perú en el Pacífico, con sus puertos.

Pero el Libertador Bolívar en 1826, en conocimiento, según su propia deducción, de que era indispensable para la nueva república poseer mayores puertos en el Pacífico, solicitó al Perú, a través del Mariscal Sucre, presidente de Bolivia en esa época, la anexión de las poblaciones de Tacna y Arica a Bolivia.

Incluso el Libertador envió a un especialista en cartografía,

e investigador geográfico, el Cnel. Burdett O’Connor, quien rindió un informe posterior sobre la tenencia de Arica, hasta Mejillones como puertos de Bolivia.

Chile, ahogada entre el mar y la cordillera andina, sin recursos, sólo pudo supervivir con las riquezas de su próximo vecino, invadiéndolo y arrebatándole 150.000 Km2 de territorio y más de 400 Km lineales de costa.

La Guerra del Pacífico es de despojo a Bolivia y al Perú, quebrando su soberanía, usurpando las provincias de Tarapacá y Litoral, enclaustrando a Bolivia detrás de sus montañas, con una invasión injustificable, arbitraria y reprochada por todas las naciones.

Pero es necesario aclarar la influencia de Gran Bretaña, y las asistencias nada justificables de capitalistas ingleses, en pro de enriquecerse con el salitre y guano que explotaban, junto a empresarios chilenos.

Quizá es reprochable el abandono de los gobiernos bolivianos del Litoral, cuyos territorios llenos de riqueza más eran explotados por mano de obra chilena con consorcios ingleses.

La diplomacia chilena, sagaz e inteligente, inició sus posiciones con el gobierno del Gral. Mariano Melgarejo, convenciéndolo a él y su gabinete, de la necesidad de enmarcar un nueva frontera, subiendo la misma al paralelo 24, con autorización para explotar el territorio boliviano hasta el paralelo 23.

No debemos olvidar que entre las firmas inglesas que más usufructuaron está la Casa Anthony Gibbs & Son, que se inició en Mejillones y Cobija, con la explotación de salitre, llegando más tarde a la del guano.

Cobija en su tiempo llegó a ser un lugar de castigo para los políticos bolivianos, sin ser un destierro. El Gral. Ballivián nombró como escarmiento a Manuel Isidoro Belzu prefecto de Cobija. Visionario el presidente Adolfo Ballivián, hijo del vencedor de Ingavi, hombre de una cultura superior, quiso formar una armada boliviana para defensa de los puertos del Pacífico, iniciando los trámites para la adquisición de una flota de barcos y blindados, desde Europa, solicitando la aprobación de un préstamo para el efecto, siendo rechazada en tres oportunidades la autorización del Congreso boliviano.

Sociedad Bolivariana de Bolivia. Fundada en 1926.

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