[Armando Mariaca]

La propia incapacidad se endosa a medios y periodistas


Son muchísimas las experiencias diseminadas en el mundo por quienes han cometido errores y hasta delitos y los han endosado a otros porque no tuvieron principios ni valores que los frene; cuánto daño han hecho quienes han ocultado verdades que, tergiversadas, han sido endilgadas a los inocentes; cuántas víctimas se ha causado en el mundo por falta de honestidad, honradez y decencia para mostrarse como se es, como lo que se debe ser y como se requiere que se sea cuando se está en cumplimiento de un deber o una misión como es el caso de políticos, gobernantes, directivos y personas que, teniendo poder, sólo para mantenerlo intacto no vacilan en ingresar en los campos del deshonor, la mentira y las falsas posiciones.

Este es el caso de las víctimas como son los medios de comunicación y los periodistas que, en todo el mundo y según las circunstancias, han sido objeto de quienes ejercen poder sea político, económico o social. Los periodistas han sido culpables de todo porque la calumnia de los autores de hechos contrarios a las leyes han endosado sus propias culpas a los medios y a los periodistas. Esta es realidad que han vivido muchos gobernantes, especialmente los de tinte totalitario, los que se creen “únicos e irremplazables”, los que piensan que su grupo o partido político es insustituible, los que pregonan virtudes y montan mediante la propaganda y publicidad “montañas de credibilidad, veracidad, honestidad y responsabilidad” cuando están lejos, muy lejos de esas virtudes que, en todo caso, deberían primar en su vida.

Estas son realidades vividas por pueblos que han caído en los brazos de totalitarismos, dictaduras y tiranías que llegaron a encumbrarse en el poder de un país mediante promesas y propaganda que los mostraba como modelos de virtud, valores y principios que sólo han sido instrumentos para conseguir apoyos y, sobre todo, áulicos que luego los defienda y los haga dignos de la confianza de un pueblo que, atenido a la vigencia de libertades democráticas, los nombró o eligió como cabezas de un Estado o país.

Estas realidades últimamente se han repetido en el país que siempre ha sido catalogado como el campeón de las libertades, de la justicia y la democracia, Estados Unidos, que eligió Presidente a un representante del partido Conservador Republicano, que prometió bastante y amenazó mucho durante su campaña. El pueblo estadounidense, consciente de su democracia y confiado en que haya prudencia, tino, respeto por parte del candidato, votó por él, lo eligió Presidente; pero, cuán equivocado estuvo ese pueblo porque “se destapó” la olla de errores en que cocinaría lo que fue esperanza de libertad, progreso y justicia.

El señor Donald Trump, en franca imitación a gobiernos ilegales y legales pero prepotentes y arbitrarios, habidos en el mundo, a tiranos y dictadorzuelos que impusieron sus caprichos y malas intenciones, decidió elegir culpables y nada mejor que los periodistas y los medios de comunicación para descargar sobre ellos sus yerros, sus malas políticas y su incapacidad para entender y gobernar debidamente a los Estados Unidos que confiaron en él. Los grandes “culpables” han sido calificados como “mentirosos”, “contrarios a los intereses estadounidenses”; últimamente dijo: “El público ya no les cree. La prensa está fuera de control, el nivel de deshonestidad está fuera de control”; pero, han surgido las voces discordantes con las políticas del Sr. Trump y son los tribunales de justicia que, al ser integrados por jueces probos, han reconocido cuán equivocado está su Presidente y cuánto daño puede hacer con políticas que vulneran derechos de seres que lo único que hicieron fue confiar en los gobiernos de Estados Unidos, en la libertad y en la posibilidad de encontrar medios de vida mejores que los habidos en sus tierras. Estos jueces han desoído y desautorizado varias disposiciones de Trump que él insiste en llevarlas a “buen término”.

Así parece que tiende a diseminarse “el cartel de la mentira” inventado en Bolivia para mostrar a periodistas y medios como culpables de la incapacidad, de la falta de gestión, no administración debida del país, permisividad para que imperen la corrupción, el narcotráfico, el gasto dispendioso, la economía informal, la deshonestidad y la irresponsabilidad que, felizmente, tanto en Estados Unidos como en Bolivia, y en otros sitios del mundo, tiene su contraparte en lo que se piensa y siente de los periodistas y los medios sobre su honestidad, integridad, conciencia de país y vocación para servir a la verdad en bien de la humanidad.

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