Acuerdos que no se cumplen para erradicar narcotráfico

Desde la década de los años 60, la Organización de Naciones Unidas ha firmado acuerdos con gobiernos productores de drogas para erradicar el narcotráfico. En el caso de la cocaína, se ha formulado diversos programas para los principales productores como Colombia, Perú y Bolivia. En congresos internacionales sobre la necesidad de combatir a las drogas, se ha incidido en la urgencia de erradicar, en primera instancia, todos los productos vegetales originales que sirven para la elaboración de drogas y se ha señalado concretamente a la amapola, la marihuana, la coca y otras.

Los países productores han cumplido en parte los compromisos adquiridos, pero no han hecho lo suficiente, sea por no haber aplicado seria y responsablemente las medidas de erradicación, por descuidos o conveniencias de funcionarios o por negligencia de las mismas fuerzas designadas para combatir decidida y decisivamente al letal mal de las drogas.

Hace pocos días el gobierno, conjuntamente la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc) firmaron un acuerdo para la “implementación del Programa País que será ejecutado con un presupuesto de 22 millones de dólares”. Se dice que el acuerdo “busca prevenir el delito y responder a la amenaza del narcotráfico, la delincuencia organizada y la corrupción” y tendrá duración hasta el año 2020.

Naciones Unidas, conjuntamente países ricos y desarrollados que se han visto afectados por las drogas, han sostenido la “urgente necesidad de combatirlas”; pero en la realización de los programas los resultados han sido débiles. En su tiempo, especialmente en Bolivia, la DEA (Oficina de lucha contra las drogas de los Estados Unidos) ha logrado éxitos sustanciales, pero no los suficientes porque han intervenido factores de índole político o intereses creados, muchas veces fomentados por los mismos productores de droga.

El presupuesto para que alcance hasta el año 2020 es insuficiente desde todo punto de vista, especialmente si está destinado a tres rubros como son narcotráfico, delincuencia y corrupción. Es preciso tomar en cuenta que los empresarios de las drogas, por dólar que se invierta para la lucha contra la mortal organización, invierten 100 o más veces ese monto; entonces, cualquier suma, por grande que sea, es paupérrima, especialmente si se trata de combatir los cultivos de coca, amapola y otras plantas alucinógenas, combatir a la delincuencia organizada y, peor, a la corrupción que alcanzó proporciones muy elevadas en los últimos años.

La concreción del programa debería incluir, forzosamente, controles efectivos en los gastos e inversiones; de otro modo, el presupuesto fijado servirá, simplemente, para empeorar la corrupción. No se debe olvidar que en más de cincuenta años se ha invertido miles de millones de dólares sin mayor efectividad, porque son los mismos delitos que se quiere combatir los que han insumido el dinero.