Hay seria preocupación en la colectividad por el hecho de que la producción de alimentos en el país ha bajado radicalmente en los últimos ocho años y el rubro de importación de alimentos ha subido imparablemente hasta el extremo de haber sobrepasado el importe de 5 mil millones de dólares.
Muchas veces, empezando por el gobierno, se ha reconocido que los campesinos que emigran a las ciudades abandonan sus parcelas de tierra, especialmente en el occidente, ya que han trasladado sus familias a los centros más poblados y mantienen sembradíos solamente para el consumo familiar, porque, dicen, y con justa razón, los terrenos no alcanzan para sembradíos grandes, pues están reducidos a minifundios y, además, los precios de los productos no incentivan a que se siga laborando el agro.
Por otra parte, el partido de gobierno cree que entregar dinero a comunidades campesinas, construirles canchas de fútbol y hasta sedes sociales, sería suficiente incentivo para que se queden en sus tierras; mucho más si se ha ofrecido beneficios colaterales para sus regiones, como la construcción de caminos vecinales, captación e instalación de agua potable, suministro de energía eléctrica, construcción de viviendas, apertura de alcantarillados y otros beneficios que no se han cumplido.
Otro factor que desalienta al campesinado es el hecho de que se ha conformado grupos de dirigentes que reciben todo tipo de ayudas y granjerías gubernamentales, tan solo para recibir apoyo en procesos electorales y referendos con miras a asegurarse la permanencia en el gobierno. Lo más grave es que el Fondioc, un ente campesino que estaba destinado a promover el desarrollo de las áreas campesinas, ha resultado ser una fuente de corrupción por el hecho de que muchos de esos directivos sindicales se han apoderado de los dineros y no han realizado los proyectos programados y en los que tenían esperanza las comunidades y el mismo gobierno.
Ahora se habla de la necesidad de subsidiar al agro promoviendo el retorno de campesinos a sus tierras con el fin de que produzcan lo que hasta hace años habían logrado; todo ello merecería una planificación y formulación de programas de ayuda que no se reduzcan tan solo a la entrega indiscriminada de dinero sino que se abran posibilidades de créditos, entrega de semillas, abonos, construcción de infraestructura vecinal y, lo más importante, provisión de herramientas y, si fuera posible, mecanización en sitios donde sería posible una producción masiva con muchos campesinos que al unir sus parcelas puedan conformar extensas áreas de terrenos a ser cultivados; pero si todo ello no es posible, será difícil que el campesinado retorne a sus áreas originales de vida y trabajo.
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