(1ra parte)
Los medios de comunicación difunden (muchas veces) informaciones polémicas sin sustento real, declaraciones grandilocuentes sin respaldo y crónicas sin investigación donde lo único que cuenta es la “espectacularización” de la noticia.
Pareciera que la única premisa a la hora de informar (o desinformar) es que la noticia sea impactante… aunque no sea verdad. A esto se llama “posverdad”, algo que va más allá de la realidad. Es pura especulación y exageración sin límites.
La posverdad es un término que ha sido definido por el diccionario de Oxford como “el fenómeno según el cual los hechos objetivos tienen menos influencia en la opinión pública que los que apelan a la emoción y a las creencias personales”.
Es lo que ocurre en Estados Unidos, donde Donald Trump constantemente hace declaraciones sin sustento real, sin pruebas objetivas. El único fin es llamar la atención a cualquier precio. Ese también parece ser el “caso Zapata” que trae confundida a la opinión pública en Bolivia.
La “posverdad” tiene su origen en Internet, donde personas sin escrúpulos publican todo tipo de informaciones falsas con tal de hacerse famosas.
A nivel nacional e internacional, la “posverdad” es un fenómeno fomentado por los medios de comunicación que se han convertido en simples “cajas de resonancia o correas de transmisión” de toda persona que hace declaraciones fuera de tono.
Cualquier ciudadano puede hacer declaraciones (sobre el tema que desee), pero el rol de los medios es “filtrar” las informaciones, cotejarlas con la realidad e informar sólo la verdad apelando a la investigación y al sentido común.
(*) Director de Xperticia, empresa
de asesoramiento y capacitación en Comunicación.
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