Las máscaras, como en muchas culturas del mundo, hacen que la personalidad de su usuario cambie en un sentido ritual. En Bolivia, el uso de las máscaras se da con distintos significados, tanto en la parte de los andes como en tierras bajas, donde existe la costumbre de que estas, después de ser utilizadas, sean lanzadas al río para que el espíritu que las posee se aleje del danzante.
LAS AÑAS
La fiesta del Arete es una celebración que rememora el reencuentro de los vivos con los muertos, este baile se celebra en la región de los Guaraníes, la máscara característica de esta fiesta se llama Aña, que significa demonio o antepasado, por lo que se cumple una ritualidad interesante en su concepción, declaró a EL DIARIO, Milton Eizaguirre, encargado del Musef.
Cuando la Aña debe ser conformada, el artesano se interna en lo más profundo del monte, donde busca el encuentro con el espíritu del Aña y ser poseído, para luego construir la máscara, es por esta razón que cada máscara posee características singulares.
La fiesta del Arete se celebra sólo cuando hay buena cosecha. Después de realizar toda la ritualidad –esto es al final del carnaval– las máscaras son lanzadas al río, porque se cree que en ellas se encuentran inmersos todos los males.
REGIÓN ANDINA
En la región Andina, la máscara del diablo es peculiar; su significado nace en una localidad llamada Pampahullagas, departamento de Oruro, donde un sacerdote llamado Bartolomé Alvares editó en el año 1568 un documento en contra de la idolatría y acusó a sus colegas por permitirla.
En el documento, Alvares describe al Supay con tres conceptos: Un anciano, un alma, un muerto. En carnaval las almas de los muertos se van, este hecho hace que la tierra sea fértil. La tradición y la fe andina toman al tío o Supay como el personaje que hace florecer, la tierra, los minerales, los animales y las flores.
El tiempo de los muertos es la época en que se desarrolla la muerte, en el contexto andino la muerte regenera la vida.
CH’UTA KUSILLO Y PEPINO
La fiesta del Ch’uta, se celebra el 19 de enero, en la provincia Pacajes, en la fiesta de San Antonio Adab, departamento de La Paz, donde miles de ch’utas bailan al son de la música. La fiesta es la ocasión perfecta donde los jóvenes solteros podían conocerse y entablar una relación, conseguir una pareja y casarse, lo que se entendía que significaba el inicio de la época del florecimiento.
El Kusillo, entre los rasgos más sobresalientes de su máscara, posee una larga nariz, que hace referencia a la virilidad, por eso se explica el juego que hace con ella y las distintivas poses que suele ejecutar este picaresco personaje, agregó Eizaguirre.
El Pepino es otro protagonista que hace su aparición en tiempo de carnaval, porque cierra el ciclo de fertilidad. Tiene que ver con la vivificación de la muerte, su desentierro está relacionado con esta actividad; los pequeños cuernos que tiene en la frente simbolizan la representación de la Kusisiña, que significa estar alegre.
El Museo de Etnografía y Folclore (Musef) posee aproximadamente 55 máscaras, pertenecientes a las zonas altiplánica, amazónica, oriental y chaqueña, en una muestra permanente, se supone que cada una lleva inmersos significados que hacen de la tierra boliviana un lugar enigmático.
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