Confundido en el laberinto de intereses electoralistas, el gobierno hasta ahora no presenta soluciones prácticas para la crisis de la economía popular (economía de bolsillo), que conlleva precarias estructuras productivas, alarmante desempleo, débiles ingresos de subsistencia, lo que deriva en subproductos de la pobreza como desesperación, alcoholismo, delincuencia, prostitución, drogadicción e informalidad.
Por solucionar el urticante problema económico-social debiera comenzar la reconstrucción de la Bolivia en crisis y más todavía, planificar una “alerta temprana” frente a los reflejos negativos de la economía mundial, que pueden afectarnos duramente, pero está resultando un tema marginal.
Esta situación, deliberadamente puesta en la congeladora por manipulaciones electorales, debe merecer especial atención del gobierno más allá de los inspiradores del engaño y del infantilismo de izquierda que deterioran la gestión pública actual.
No pretendemos dictarle normas de trabajo al actual gobierno, pero nuestro diario contacto con la sociedad civil nos lleva a interpretar sus aspiraciones.
Este cambio de timón del que estamos hablando necesariamente debe arrancar con una Cumbre de sectores productivos, bajo el alero de una temática planificada que permita interpretar el espíritu y la praxis de una economía social de mercado. Es decir, tener la valentía de reconocer errores y ajustar el actual modelo de improvisaciones, para que sea más acorde con la realidad nacional.
Ni la globalización ni la integración son malas o nocivas a la expansión de mercados y el crecimiento industrial y comercial, al contrario, son motivaciones para generar autoestima nacional, orientada a fortalecer la producción de bienes terminados, los cuales por su calidad pueden ingresar al espacio de la competencia y el crecimiento económico del país.
Otra cosa es que el gobierno se enfrasque en confrontaciones por uso del Poder y, finalmente, el pueblo desesperado evidencie su frustración en manifestaciones y bloqueos por las necesidades insatisfechas.
El Estado tiene que dejar de ser la esponja para absorber el empleo con intereses puramente políticos, y la empresa, incluyendo a los productores del campo, deben ser los que hagan realidad ese requerimiento por efecto de su expansión y estímulo a su seguridad jurídica, así como a una asistencia económica del sistema financiero del país.
El gobierno está pregonando que la economía camina sobre rieles, que se ha frenado la inflación, que es estable el signo monetario, pero la realidad muestra que la balanza comercial sigue en crisis por la fragilidad del aparato productivo, la solvencia del TGN es precaria para apoyar la economía de las gobernaciones y municipios, la demanda agregada toca fondo, la desocupación es alarmante y crece cada día el endeudamiento externo y la deuda a otro imperialismo como el de China.
Entonces no caben caprichos ni orgullos, tampoco debilidades en la suprema actitud de gobernar por Bolivia y esto está indicando a gritos que ese supuesto modelo de cambio proclamado insistentemente tiene que ser corregido en su mentalidad y en sus procedimientos, acorde con realidades tangibles y esto debe ser resuelto en una Cumbre de sectores productivos.
Gobernar en democracia es liberarse de ideas superadas por el devenir del tiempo y la dialéctica de la historia. Gobernar en democracia es dialogar, conciliar intereses de uno y otro sector que hacen al desarrollo y al crecimiento económico del país y esto será posible si se tiene interés en corregir errores del pasado.
Independientemente, de manera unilateral bajo el patrón de intereses políticos sectarios, será difícil satisfacer premiosas necesidades populares y, por otro lado, tampoco será posible que Bolivia tenga resultados que le permitan ser competitiva en el concierto internacional.
En 11 años de gobierno persisten los errores de ayer, pese a que se pretende hacer aparecer una débil terapia de cambio como el mejor milagro.
Es clamor general que una economía social de mercado, quizás es lo que le está haciendo falta al país, la cual por su valor intrínseco debe arrancar necesariamente con una Cumbre de sectores productivos y así lograr en los hechos los resultados que desesperadamente desea el país desde hace mucho tiempo.
Corregir no es impropio cuando las necesidades lo están demandando. Ajustar no es destruir. Aceptar errores es parte de la sabiduría. Otra cosa es que en la superficie del gobierno haya ambiciones personales y de grupo.
El editorial de EL DIARIO de fecha 13/6/2016 recomendaba: “La crisis y las necesidades de tomar conciencia de realidades, muestra caminos muy claros para actuar y si no se toma las medidas pertinentes en lo inmediato, se puede asegurar que lo mediato será muy oscuro y será difícil ver la luz de las realizaciones cuando no se ha tomado las medidas que el momento señala con diáfana claridad”, y esta es la oportunidad para llevar a la práctica una Cumbre de sectores productivos.
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