Batallas finales

Para concluir esta fugaz visión del fascinante texto “Y tú, ¿Por quién combates?”, rescataré unos párrafos sobre el final de la guerra.

“En el frente paraguayo Estigarribia y el coronel Franco no estaban tranquilos; dado que Paraguay no pudo tomar Villamontes, Franco propuso a su comandante atacar más al norte cruzando el río Parapetí para tomar Charagua, situada a 80 Km al noreste de Choreti, y desde allí descolgarse para atacar por el norte a esa zona.

La embestida guaraní empezó a fines de marzo de 1935 contra una zona defendida por la Segunda División de Infantería boliviana, conformada por 80 oficiales y 5.000 soldados situados a la orilla izquierda del Parapetí, a lo largo de una línea de 130 Km que empezaba en las serranías y terminaba en los Bañados del Izozog.

El ímpetu del ataque permitió que cruzaran el río Parapetí por tres sectores, haciendo retroceder a las fuerzas bolivianas, que abandonaron Charagua para refugiarse más al sur, frente a las serranías”.

Los paraguayos entraron a Charagua el 17 de abril. Frente a este resultado. La contraofensiva boliviana duró 40 días y, finalmente, los paraguayos tuvieron que retirarse de Charagua y de las márgenes del río Parapetí. En el frente de Villamontes, luego de un fuerte bombardeo, se logró recuperar el pueblo de Tarairí, en la zona de Caigua, pero no se pudo empujar más al este a los paraguayos”.

A mediados de mayo de 1935, tanto las poblaciones de Bolivia como de Paraguay pedían que cesara la guerra. Los ejércitos se atrincheraron en sus posiciones y solo realizaban acciones esporádicas que permitían fortalecer las negociaciones diplomáticas que se venían realizando en Ginebra y Buenos Aires.

En este ambiente precario en el campo de batalla y sobre la base de una resolución de la Liga de Naciones, y un último borrador del protocolo negociado, el Grupo de Mediación consiguió un acuerdo de cuatro puntos: i) Cese de las hostilidades sobre la base de las posiciones alcanzadas, ii) desmovilización de ambos ejércitos en un plazo no mayor a 90 días, iii) una comisión militar de los países neutrales controlaría el cumplimiento del cese de hostilidades y la desmovilización, iv) el arbitraje territorial y el alcance de éste serían discutidos en una Conferencia permanente, encabezada por Argentina que se ocuparía de alcanzar un acuerdo directo entre Paraguay y Bolivia o en caso contrario, se suscribiría un compromiso de arbitraje ante la Corte de la Haya”.

Había concluido una derrota más para nuestro país con una pérdida muy grande de territorio, pero, tal vez si se prolongaba la guerra el resultado pudiera haber sido peor.

Como señala el libro, el “desenlace histórico” fue que en julio de 1938, Bolivia y Paraguay fijaron sus fronteras definitivas. De los 187.000 kilómetros cuadrados que ocupaba Bolivia al principio de la guerra en el Chaco Boreal (62 por ciento), tuvo que entregar 136.200 y se quedó solo con 51.000 kilómetros cuadrados (17 por ciento). Menos del tres por ciento de la población paraguaya vive en el Chaco Boreal.

Una conclusión del autor es que hoy, a casi 80 años de terminado el conflicto, Bolivia y Paraguay siguen siendo los países menos desarrollados de Suramérica y no hay odio ni rencor entre ambos pueblos.

La anterior reflexión ayuda a responder el título del libro “Y tú, ¿Por quién combates?”; ambos pueblos lucharon obedeciendo intereses internacionales que en última instancia fueron los verdaderos ganadores.