La noticia de perfil
Con la sinceridad que imprime a su vida en todos los momentos, mi corresponsal ante el Palacio Real de la plaza Murillo me dijo: “las hilachas de mis zapatos son el testimonio de que bailamos hasta que las velas no ardan o sea las doce de la noche del día martes, para luego ingresar a época de la Cuaresma y arreglar mis cuentas con nuestro Dios, que no es la Pachamama sino nuestro Señor Jesucristo”.
Tan espontáneas palabras hicieron que recién pusiera mis ojos en el color de la blusa que vestía ella y que no era otro que el morado que prescribe la liturgia a partir del Miércoles de Ceniza.
Como solamente las palabras bastan, acudimos al templo de Obrajes para recordar que todas las fastuosidades y vanidades deben cesar cuarenta días, recordándonos que somos hechos de barro y en polvo nos convertiremos. Durante el trayecto al templo le recordé a la cholita cochabambina que en épocas antiguas los pecadores públicos no sólo se hacían marcan con ceniza la frente, sino toda la cabeza, algo que nos vendría bien, que por ser periodistas resultamos siendo pecadores públicos. Mi discípula sonrió ante esa posibilidad, algo remota, porque nuestro arrepentimiento es sincero. Sin embargo el diablo nunca duerme y nació gracias a su influencia el Sábado y el Domingo de Tentación, para las personas de convicciones algo laxas, lo cual asustó a la valiente cochabambina descendiente de las Heroínas de la Coronilla.
En nuestra conversación destinada a ser edificante salió de improviso la figura del diablo tentador. Al hablar de este siniestro personaje, mi discípula me pidió que le relatara mis contactos con él. Ante el pedido de ella le conté que cada año satanás me visita en la soledad de mi despacho periodístico, lo cual asustó a la valerosa y me pidió que le contará sobre mi entrevista última con el ángel de las tinieblas, a lo que accedí, haciendo temblar a mi contertulia. Mientras me encontraba meditando sobre los misterios de la vida espiritual, el maligno apareció intentando reclutarme entre sus adoradores, a lo que me negué y en vista de que el tentador insistió para alistarme en sus filas, tuve que acudir a una garrafa de agua bendita que escondía bajo mi escritorio, regando el ambiente y consiguiendo que el diablo huyera, no sin antes amenazarme con que volvería y me perseguiría todos los días de mi vida.
Macacha quedó impresionada con lo acontecido y confirmó su seguridad de que el diablo permanece entre nosotros, tratando de conquistar nuestras almas.
Nuestra charla espiritual continuará durante todos los días de Cuaresma y Semana Santa.
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