El resultado del referéndum del 21 de febrero del año pasado confirmó en los hechos el cambio profundo de la relación de fuerzas sociales en la reciente vida política del país y que desde hacía tiempo se iba registrando de manera sostenida. En efecto, las fuerzas del oficialismo masista están en retirada, mientras las de la oposición pasaron a la ofensiva, como confirmó la manifestación del martes 21, acción de masas que, en realidad, constituyó otro referéndum.
En primer lugar, las marchas dispersas del oficialismo fueron de menor cantidad y de menor calidad porque carecían de contenido y seguridad, mientras la concentración opositora demostró gran cantidad de participantes con extraordinario espíritu combativo, muy superior al que exhibió el año pasado en vísperas del referéndum. Cuantitativa y cualitativamente, la superioridad de la fuerza opositora fue abrumadora.
En ese sentido, los hechos de ese día mostraron que la relación de fuerzas, que ya se había alterado el año pasado, continuó profundizándose hasta el extremo de pasar del simple intercambio de opiniones a los hechos. Más propiamente, las fuerzas oficialistas entraron en un proceso de debilitamiento y retirada, al mismo tiempo que en forma paralela, las fuerzas populares, acumulando energía, voluntaria y pacíficamente, pasaron en forma abierta a la ofensiva, orientándose por su propio sentido político.
En aspectos generales, la posición contraria al gobierno masista estuvo representada por grandes masas de gente de clase media, obreros, campesinos e inclusive universitarios. Entre tanto, el oficialismo solo pudo concentrar sus fuerzas sobre la base de prebendas y obligaciones burocráticas. Por lo demás, demostraron apatía y carecían de espíritu político.
Se puede decir que la manifestación del pasado 21 de febrero fue la ratificación del referéndum del año pasado, pero mucho más fuerte, tanto en términos cuantitativos como cualitativos. Es más, bastó su presencia para imponer su posición y consolidar el triunfo de su voto, por lo que podría decirse que cerró el debate sobre si es posible o no que se produzca la postulación a la presidencia de Evo Morales, es decir la re-re-elección. Efectivamente, la acción de masas hizo absolutamente irreversible la decisión de la mayoría del pueblo boliviano, expresada en el referéndum del 2016.
Insistir en otro sentido es ir contra la corriente de la historia y alentar hasta el nivel del antagonismo las contradicciones, vale decir llevar al paroxismo la relación de fuerzas, realidad que podría concluir de forma irremediable en episodios inesperados.
La nueva relación de fuerzas que se expresó masivamente de hecho el pasado martes 21 de febrero se ha polarizado más aún; constituyó la culminación de un proceso socio-político incontenible e irreversible y que de no ser atendido en forma sensata podrá derivar en lógicos e imprevisibles resultados.
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