Chile: ¿un pueblo engañado?

El 5 de abril de 1879 el vicepresidente chileno pedía, al senado de su país, que los favorecidos por la guerra que Chile provocó contra Bolivia y Perú, aporten, económicamente, en los mismos términos que los ciudadanos. Reclamaba: “…era justo igualar la condición de los socios de esa compañía con el resto de los ciudadanos”; se refería a la Compañía de Salitres de Antofagasta. Aparentemente, ya entonces la empresa privada y los actores políticos defendían conjuntamente sus intereses, al margen de los de la mayoría ciudadana. Esta asociación parece, ahora, íntimamente vinculada a la corrupción, el abuso y el engaño.

Se ve a empresarios y políticos enredados en una densa maraña de corrupción y trampa. Las farmacias, las papeleras y los productores de pollo acuerdan elevar artificialmente los precios. No importa si la población debe pagar más por la comida, por el papel higiénico y hasta por medicinas, lo importante es aumentar las ganancias, y para mejor, la colusión que era castigada con cárcel, gracias a la modificación de la pena, por el presidente socialista Ricardo Lagos, ahora es sancionada con una multa.

Según la prensa hay muchos casos dudosos: Penta, Soquimich, Copra, CAVAL, Corpesca, Eccsa, proyecto minero “Dominga”, recaudación de fondos para la campaña de la presidenta Bachelet, la pesquera peruana, las jubilaciones en la Gendarmería. Las sospechas van desde fraude impositivo y financiamiento irregular de campañas políticas, uso de influencias o de información privilegiada, hasta soborno para obtener legislación favorable y recaudación ilegal de fondos a partir de fuentes extrajeras, aunque en este último caso, hubo rectificación del que lo había denunciado.

Entre los involucrados figuran empresarios, políticos y allegados de autoridades, como los familiares de la presidenta que adquirieron un terreno a 6.500.000.000 de pesos y lo vendieron a 9.000.000.000, gracias al cambio del uso de las tierras, se presume contaban con información privilegiada; para este negocio obtuvieron un préstamo bancario, aparentemente por influencia del hijo de la presidenta. No escapa Piñera que tiene temas que aclarar.

Al desbarajuste se suma el control, por pocas familias, de los recursos naturales, incluyendo la pesca, lo que beneficia a esos sectores en perjuicio de las mayorías. Chile es uno de los países con mayor desigualdad en Sudamérica, después de Colombia y Brasil.

El poder de los políticos y empresarios involucrados es tal que intentaron, aunque sin éxito, que algunos casos no sean investigados y queden en la impunidad. Pese a esto, los chilenos viven convencidos de la honestidad de sus elites, probablemente por eso, el año pasado su país ocupó el puesto 24 en la percepción de transparencia; Bolivia el 113.

El regalo de una muñeca sexual inflable, de un empresario a un ministro, muestra la naturaleza de esos vínculos y de los beneficios que les depara, y el desprecio por la opinión pública.