Entre muchas, una de las causas deficitarias de la mina Huanuni está relacionada con las pérdidas que le ocasiona el “jukeo” o robo de mineral. Verdaderas bandas de jukus de hasta 100 individuos operan en el robo selectivo de estaño, horas antes extraídas de las ricas entrañas del cerro Posokoni, emporio de ese mineral. Estas bandas están fuertemente armadas y aprovechan la complicidad de algunos trabajadores de la propia mina, y aunque el Sindicato de Mineros de Huanuni y la gerencia de la empresa dependiente de Comibol son cautos al respecto, estos cómplices comunican a los jukus los parajes donde se encuentra el mejor mineral para la consumación del robo. Ha trascendido que en los 160 procesos que son tramitados en los juzgados sobre el indicado delito, se encuentran involucrados de 10 a 30 mineros en cada uno.
El Sindicato no podía dejar de salir en defensa de los procesados y se encuentra en “emergencia”, como una de las características propias del país, donde las presiones de las montoneras logran doblegar a las autoridades de cualquiera de los tres Órganos del Estado y obtienen cuanto desean por ilegal que fuera. De seguro la “sangre no llegará al río” en estos juicios.
Huanuni pierde unos dos millones de dólares al mes por el robo de 150 a 160 toneladas de estaño fino, lo que da idea de la magnitud de esta actividad ilícita ejecutada por unos 50 grupos delictivos, respecto a la cual se ve la posición más bien contemplativa del Gobierno. El alcalde de Huanuni, la población y un sector de mineros han pedido que el Estado haga sentir por fin su presencia ante tan grave problema. No se trata de ladrones furtivos, sino de bandas de hasta cien miembros que actúan casi a la luz del día.
Recién el ministro del ramo, César Navarro, piensa en controlar a los comercializadores de los minerales, quienes compran el producto sustraído, medida que hace tiempo debía tomarse. El Ministro va más allá por la posibilidad de implementar un monopolio de dicha adquisición, cosa harto difícil. El 2016 la Empresa Minera Huanuni, con su planilla a cuestas de 4.000 trabajadores, cerró con una pérdida de 20 millones de dólares, mientras el nuevo ingenio en construcción ha insumido 50 millones de la misma moneda y su conclusión requerirá mayor inversión. Se encuentra paralizado hace dos años por falta de recursos, además que no podrá funcionar sin grandes cantidades de agua, de la que carece la propia población del lugar. Es otro ejemplo de la falta de previsión y planificación.
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