COMUNICABILIDADES
(2da. parte)
En mi anterior columna señalé que la “posverdad” es una falsedad que se presenta como “verdad”. El término es nuevo… pero la mentira es tan antigua como la misma humanidad, lo que pasa es que (actualmente) cualquier información falsa que se difunde por las redes sociales o por los medios de comunicación, tiende a multiplicarse al infinito y provoca una grave desinformación en la opinión pública.
Un ejemplo: Sean Spicer (vocero del presidente Donald Trump) mintió sobre la cantidad de gente que asistió a la posesión del nuevo presidente norteamericano. La opinión pública internacional criticó a Spicer, pero la asesora de Trump, la señora Kellyanne Conway, salió en defensa de su colega afirmando que Spicer no había mentido sobre el tamaño de la multitud, sino que ofreció “hechos alternativos”.
Sí, señores… ahora la verdad falseada puede ser presentada como “hechos alternativos”, es decir… otro punto de vista, otra información superpuesta que contrasta con la realidad, pero a la cual se debe tomar en cuenta.
La “posverdad” es el mundo al revés. Para algunos políticos da lo mismo mentir o decir la verdad, lo importante es distraer la atención, lo crucial es “no decir la verdad tal cual es” (porque les perjudicaría), sino “decir la verdad tal como ellos la ven”.
¿Hechos alternativos? ¿Posverdad? ¿Noticias falsas? ¿Publicidad falsa? Lamentablemente esta es la realidad en la que nos toca “convivir”.
En esta era del Internet, de la multiconectividad, de la simultaneidad y de la comunicación hiperbólica… el lenguaje se ha convertido en un arma de doble filo, donde la única víctima es la verdad.
(*) Director de Xperticia, empresa de asesoramiento y capacitación en Comunicación.
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